Preparados para el llamado: La enseñanza de Lucas 12,35-38

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Preparados para el llamado: La enseñanza de Lucas 12,35-38

2024-10-22 Fe diaria Servicio en comunidad Vigilancia espiritual 0

Lectura del santo evangelio según san Lucas (12,35-38):

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: «Tened ceñida la cintura y encendidas las lámparas. Vosotros estad como los que aguardan a que su señor vuelva de la boda, para abrirle apenas venga y llame. Dichosos los criados a quienes el señor, al llegar, los encuentre en vela; os aseguro que se ceñirá, los hará sentar a la mesa y los irá sirviendo. Y, si llega entrada la noche o de madrugada y los encuentra así, dichosos ellos.»

Palabra del Señor.

Estar siempre preparados para el Señor:

En la lectura del evangelio según san Lucas (12,35-38), Jesús nos invita a estar preparados, como servidores que esperan el regreso de su amo. La imagen del amo que puede llegar a cualquier hora de la noche es una poderosa metáfora sobre nuestra vida cristiana: estar listos, no solo en momentos especiales, sino siempre. En nuestras vidas diarias, este mensaje nos impulsa a reflexionar sobre cómo vivimos nuestra fe. ¿Estamos realmente preparados para responder al llamado del Señor en cualquier momento? No se trata de vivir en alerta constante, sino en una paz vigilante, una serenidad activa que nos permite reconocer al Señor en cada momento, persona y circunstancia.

La luz de la fe como guía diaria:

El pasaje nos habla de estar «con las lámparas encendidas», lo que nos recuerda la importancia de mantener viva la llama de nuestra fe. No podemos vivir la fe solo de manera esporádica o en momentos de necesidad; es una luz que debe brillar constantemente en nuestras decisiones diarias, en el trabajo, en nuestra familia y en la comunidad. Al mantener encendida esta lámpara, nos aseguramos de que nuestro camino esté siempre iluminado por los principios que nos enseñó Cristo: la compasión, la justicia y la verdad. En nuestras parroquias y movimientos apostólicos, esta luz debe ser el faro que guía nuestras acciones, desde las más grandes hasta las más pequeñas.

El servicio como expresión de nuestra fe:

Jesús pone el ejemplo del servidor que espera a su amo, lo que destaca la importancia del servicio en nuestra vida cristiana. Servir no es simplemente hacer algo por los demás; es una manera concreta de vivir nuestra fe. Cada acción de servicio, desde el voluntariado en la parroquia hasta las tareas cotidianas en casa, es una oportunidad para demostrar el amor de Cristo a quienes nos rodean. Además, el servicio nos permite poner en práctica el llamado a amar al prójimo como a nosotros mismos, haciéndonos conscientes de las necesidades de los demás y actuando con generosidad.

La importancia de la vigilancia en la fe:

El llamado a estar vigilantes no se refiere solo a esperar el fin de los tiempos o el juicio final. En realidad, se trata de una actitud de vida en la que estamos atentos a la voluntad de Dios en nuestro día a día. Estar vigilantes significa estar abiertos a la presencia de Dios en nuestras relaciones, en nuestro trabajo y en nuestras decisiones cotidianas. Dios se manifiesta en lo ordinario, y muchas veces pasamos por alto sus señales cuando nos distraemos con las preocupaciones del mundo. La vigilancia nos invita a estar en sintonía con lo divino, para reconocer y responder a la gracia cuando se nos presente.

El valor del tiempo en la vida cristiana:

El pasaje también nos invita a reflexionar sobre el tiempo. Muchas veces, creemos que siempre tendremos más tiempo para mejorar, para cambiar o para acercarnos más a Dios. Sin embargo, Jesús nos recuerda que el tiempo es limitado y que debemos aprovechar cada momento para vivir de acuerdo a su voluntad. En la vida parroquial, comunitaria y en los movimientos apostólicos, esta es una lección fundamental. No podemos posponer la misión que nos ha sido encomendada, ya que cada día es una oportunidad para hacer el bien y extender el amor de Dios a los demás.

La recompensa prometida por la fidelidad:

Jesús nos habla de la recompensa que recibirán aquellos servidores que estén preparados a su llegada. Sin embargo, esta recompensa no debe ser el motor de nuestra fe; no servimos a Dios esperando una recompensa terrenal o incluso celestial. Nuestra motivación debe ser el amor a Dios y al prójimo. Sin embargo, este pasaje nos da esperanza, recordándonos que nuestra fidelidad será reconocida y recompensada, aunque no siempre de la manera que esperamos. En nuestro trabajo en la comunidad, la parroquia o los movimientos apostólicos, debemos recordar que, aunque los frutos de nuestro esfuerzo no sean siempre visibles, Dios ve y valora cada pequeño gesto de amor y servicio.

Aplicación a la vida en comunidad:

En nuestras parroquias y comunidades, este llamado a la vigilancia y el servicio cobra un significado especial. Cada miembro de la comunidad tiene un papel que desempeñar en la misión de la Iglesia. Al igual que los servidores en el evangelio, estamos llamados a colaborar activamente en la construcción del Reino de Dios, tanto en los aspectos espirituales como materiales. La vida comunitaria nos ofrece innumerables oportunidades para estar vigilantes, ya sea a través del acompañamiento de los más necesitados, la participación en las actividades parroquiales o el apoyo a los movimientos apostólicos. En este contexto, el llamado a estar siempre preparados se traduce en un compromiso constante y activo con la misión de la Iglesia.

El ejemplo de la humildad en el servicio:

Jesús también nos enseña que el servicio auténtico es humilde. En la imagen del amo que sirve a sus siervos al regreso, encontramos un recordatorio de que el liderazgo en el Reino de Dios no es sobre poder o dominio, sino sobre servicio desinteresado. En nuestras parroquias y comunidades, aquellos que tienen responsabilidades deben recordar que su liderazgo debe reflejar el de Cristo, que vino a servir, no a ser servido. En los movimientos apostólicos, esta actitud de humildad debe guiar cada acción, reconociendo que todo lo que hacemos es por la gracia de Dios y para su gloria, no para nuestro propio beneficio.