Escuchar y vivir la Palabra de Dios: Un Camino hacia la Verdadera Dicha
Lectura del santo evangelio según san Lucas (11,27-28):
En aquel tiempo, mientras Jesús hablaba a la gente, una mujer de entre el gentío levantó la voz, diciendo: «Dichoso el vientre que te llevó y los pechos que te criaron.»
Pero él repuso: «Mejor, dichosos los que escuchan la palabra de Dios y la cumplen.»Palabra del Señor.
La verdadera dicha viene de la obediencia:
El pasaje del Evangelio nos presenta una escena en la que una mujer del pueblo alaba a la madre de Jesús, bendiciendo el vientre que lo llevó y los pechos que lo amamantaron. Jesús responde, sin negar el honor de su madre, pero ampliando la visión: “Dichosos los que escuchan la palabra de Dios y la ponen en práctica”. Este llamado a la obediencia a la palabra es una invitación a vivir una vida cristiana plena, donde la verdadera felicidad no proviene solo de relaciones familiares, sino de la relación con Dios. En la vida diaria, esto nos recuerda que la obediencia a la voluntad divina es el camino hacia la paz interior y la plenitud espiritual.
El desafío de vivir la palabra de Dios:
En el mundo actual, muchas voces compiten por nuestra atención. La tecnología, las demandas laborales, y las responsabilidades familiares a menudo nos desvían de lo esencial: vivir según la Palabra de Dios. Esta distracción puede alejarnos de la vida espiritual, por lo que es crucial, como discípulos, encontrar momentos de silencio y reflexión para escuchar esa voz divina que nos llama a la comunión. En el ámbito parroquial, esta enseñanza se traduce en ayudar a los fieles a cultivar una vida de oración y discernimiento, buscando siempre en la Palabra las respuestas a las dificultades cotidianas.
La puesta en práctica de la Palabra en la comunidad:
Escuchar la Palabra no es suficiente; requiere acción. Jesús nos invita a ser personas que ponen en práctica lo que escuchan. En las parroquias y movimientos apostólicos, esto se traduce en el compromiso de servir a los demás, en la caridad, y en la entrega sincera a las necesidades del prójimo. Este mensaje cobra relevancia en las obras sociales y apostólicas, donde el servicio no solo es una acción de caridad, sino una respuesta a la llamada de Dios a vivir en el amor. Al cuidar de los más necesitados, al defender la justicia y al promover la dignidad humana, cumplimos con esta misión de vivir la Palabra en el día a día.
María como modelo de obediencia:
Aunque Jesús no se detiene en las alabanzas a su madre en este pasaje, no podemos olvidar que María es el ejemplo perfecto de quien escucha y vive la Palabra de Dios. Su “hágase en mí según tu Palabra” (Lc 1,38) es la máxima expresión de obediencia y confianza. Siguiendo su ejemplo, los cristianos estamos llamados a decir “sí” a los planes de Dios, aunque no siempre los entendamos completamente. En nuestra vida diaria, en la parroquia, y en nuestros movimientos, debemos buscar la actitud de María, una actitud de humildad y apertura a la voluntad divina, confiando en que Él siempre sabe lo mejor para nosotros.
La bendición de la obediencia:
Finalmente, este pasaje nos muestra que la verdadera bendición no está en la grandeza terrenal, sino en vivir conforme a la voluntad de Dios. En los movimientos apostólicos y en las comunidades parroquiales, el reto es recordar a todos que la fidelidad a Dios trae consigo las bendiciones que más necesitamos: la paz, la esperanza y la salvación. Al enfrentar los desafíos de la vida, podemos encontrar consuelo en saber que la obediencia a la Palabra es la senda hacia la verdadera alegría y que, al seguir este camino, nos convertimos en faros de luz para aquellos que buscan sentido en sus vidas.