El Seguimiento Radical: Reflexión sobre Lucas 9,57-62

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El Seguimiento Radical: Reflexión sobre Lucas 9,57-62

2024-10-02 Compromiso Cristiano Discipulado radical 0

Lectura del santo evangelio según san Lucas (9,57-62):

En aquel tiempo, mientras iban de camino Jesús y sus discípulos, le dijo uno: «Te seguiré adonde vayas.»
Jesús le respondió: «Las zorras tienen madriguera, y los pájaros nido, pero el Hijo del hombre no tiene donde reclinar la cabeza.»
A otro le dijo: «Sígueme.»
Él respondió: «Déjame primero ir a enterrar a mi padre.»
Le contestó: «Deja que los muertos entierren a sus muertos; tú vete a anunciar el reino de Dios.»
Otro le dijo: «Te seguiré, Señor. Pero déjame primero despedirme de mi familia.»
Jesús le contestó: «El que echa mano al arado y sigue mirando atrás no vale para el reino de Dios.»

Palabra del Señor.

Te seguiré dondequiera que vayas:

La lectura del evangelio según san Lucas (9,57-62) nos presenta un escenario en el que tres personas expresan su deseo de seguir a Jesús. Ante estas declaraciones, el Señor responde con palabras que nos invitan a reflexionar sobre el verdadero compromiso que implica seguirle. La primera respuesta de Jesús es clara: “Las zorras tienen madrigueras y las aves del cielo, nidos, pero el Hijo del Hombre no tiene dónde reclinar la cabeza”. Con esta afirmación, Jesús no está hablando de un simple desapego material, sino de un llamado a una entrega total. Seguirlo no es un camino cómodo ni previsible; requiere valentía para abrazar lo incierto y asumir que la prioridad será siempre el Reino de Dios.

Deja que los muertos entierren a sus muertos:

El segundo personaje pide tiempo para enterrar a su padre antes de unirse a Jesús, y la respuesta de Jesús puede parecer dura: “Deja que los muertos entierren a sus muertos; tú ve y anuncia el Reino de Dios”. En este contexto, no se trata de desatender los deberes familiares, sino de reconocer la urgencia de la misión evangelizadora. La frase de Jesús nos invita a reflexionar sobre la importancia de mantener el foco en lo esencial: la vida nueva que Él nos ofrece. ¿Cuántas veces posponemos el llamado de Dios por asuntos que, aunque legítimos, no pueden compararse con la magnitud de la misión a la que estamos convocados? En la vida diaria, debemos discernir entre lo que es bueno y lo que es lo mejor. No es una renuncia a nuestros deberes, sino una reorganización de prioridades.

Te seguiré, pero déjame despedirme primero:

El tercer encuentro nos muestra a alguien dispuesto a seguir a Jesús, pero con una condición: primero quiere despedirse de su familia. La respuesta de Jesús es contundente: “El que pone la mano en el arado y mira hacia atrás no es apto para el Reino de Dios”. Aquí encontramos una enseñanza sobre la importancia de la decisión firme y la disposición a no mirar atrás. Cuando se asume el compromiso de seguir a Cristo, no puede haber lugar para las dudas o los apegos que nos hacen retroceder. En la vida parroquial y apostólica, esto implica estar plenamente enfocados en la misión, sin añorar lo que dejamos atrás, sino con la mirada puesta en el futuro que Dios nos propone.

El seguimiento sin condiciones:

Estas tres respuestas de Jesús nos recuerdan que el discipulado implica un seguimiento sin condiciones. No es una elección parcial o temporal, sino una entrega total. El Señor no nos pide más de lo que podemos dar, pero sí nos desafía a ofrecer lo mejor de nosotros mismos. En el contexto parroquial y en los movimientos apostólicos, la falta de compromiso puede minar la eficacia de cualquier proyecto evangelizador. Jesús no nos invita a ser seguidores a medias, sino a ser discípulos que, aun con sus debilidades y limitaciones, están dispuestos a darlo todo por el Reino. Este llamado nos interpela a preguntarnos: ¿estamos realmente dispuestos a seguirlo sin reservas, dejando atrás nuestras seguridades y compromisos secundarios?

Vivir con coherencia y decisión:

Seguir a Jesús no es simplemente un acto de fe, sino un estilo de vida que se refleja en cada decisión que tomamos. En la vida diaria, esto puede traducirse en asumir posiciones que no siempre son populares, pero que responden al llamado de amor y justicia del Evangelio. En el entorno laboral, parroquial o incluso familiar, nuestra opción por Cristo debe ser visible en nuestra forma de actuar, hablar y priorizar. Jesús no se conforma con ser uno más en nuestra lista de prioridades; Él desea ser el centro que ilumine todo. Esto implica dejar a un lado los miedos y asumir con decisión las consecuencias de seguirle, confiando en que Él nos guía y sostiene en cada paso.