La Ceguera del Alma: Reflexión sobre Lucas 6,39-42

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La Ceguera del Alma: Reflexión sobre Lucas 6,39-42

2024-09-13 Corrección fraterna Humildad Cristiana 0

Lectura del santo evangelio según san Lucas (6,39-42):

En aquel tiempo, dijo Jesús a los discípulos una parábola: «¿Acaso puede un ciego guiar a otro ciego? ¿No caerán los dos en el hoyo? Un discípulo no es más que su maestro, si bien, cuando termine su aprendizaje, será como su maestro. ¿Por qué te fijas en la mota que tiene tu hermano en el ojo y no reparas en la viga que llevas en el tuyo? ¿Cómo puedes decirle a tu hermano: «Hermano, déjame que te saque la mota del ojo,» sin fijarte en la viga que llevas en el tuyo? ¡Hipócrita! Sácate primero la viga de tu ojo, y entonces verás claro para sacar la mota del ojo de tu hermano.»

Palabra del Señor.

 

La ceguera del alma:

En el Evangelio de hoy, Jesús nos presenta una parábola que nos invita a reflexionar sobre nuestra capacidad para ver la realidad con claridad. Él pregunta: “¿Acaso puede un ciego guiar a otro ciego?” Con esta metáfora, nos señala la importancia de la autocrítica y la humildad. Con frecuencia, podemos ser rápidos en juzgar a los demás, sin darnos cuenta de nuestras propias cegueras internas. En la vida diaria, tanto en nuestras relaciones personales como en el trabajo parroquial, es crucial detenernos y examinar nuestras motivaciones antes de intentar corregir a los demás. En los movimientos apostólicos, es vital recordar que solo podemos guiar con acierto si antes hemos iluminado nuestros propios caminos.

La autocrítica como camino de crecimiento:

Jesús también nos invita a cuestionarnos: ¿cómo podemos ayudar a otros si no hemos corregido nuestras propias fallas? En el día a día, esto se aplica no solo a nuestras responsabilidades en la parroquia, sino también a nuestras relaciones familiares, amistades y comunidad. Si estamos tan ocupados señalando los errores de otros, ¿quién está corrigiendo los nuestros? Para ser verdaderos líderes, debemos ser capaces de realizar un examen interior constante, reconociendo nuestros defectos y pidiendo la gracia para corregirlos. En los movimientos apostólicos, este enfoque es esencial para poder guiar con sinceridad y efectividad a aquellos que buscan apoyo espiritual.

La humildad como virtud esencial:

Uno de los temas recurrentes en el mensaje de Jesús es la humildad. El reconocer nuestras propias limitaciones nos hace más comprensivos y compasivos hacia los demás. Como miembros de una comunidad parroquial, es vital aprender a ser humildes, tanto al dar como al recibir correcciones. Cuando trabajamos en equipo, es fácil caer en el orgullo o en la tentación de juzgar, pero la humildad nos enseña a aceptar que todos estamos en un proceso de mejora. En los movimientos apostólicos, esta virtud nos permite servir mejor y construir una comunidad basada en el amor y la comprensión mutua.

El camino hacia la verdadera visión:

Jesús no solo nos habla de la ceguera física, sino también de la ceguera espiritual. En la vida diaria, podemos quedar atrapados en nuestras propias preocupaciones, prejuicios o en nuestras rutinas, perdiendo de vista lo que realmente importa. En el trabajo parroquial, muchas veces podemos enfocarnos en las actividades, en los eventos, y olvidamos que el fin último es el encuentro con Cristo. Los movimientos apostólicos nos recuerdan que, para ver con claridad, debemos mantener siempre nuestra mirada fija en el Evangelio, permitiendo que ilumine cada aspecto de nuestras vidas.

La corrección fraterna en la comunidad:

Finalmente, Jesús nos habla de la corrección fraterna. Nos invita a examinar nuestras vidas antes de intentar corregir a los demás. Esta enseñanza es clave en la vida parroquial y en los movimientos apostólicos. Como comunidad, estamos llamados a ayudarnos unos a otros a crecer en la fe, pero siempre desde el amor y el respeto. No se trata de imponer nuestra visión o de criticar sin fundamento, sino de ofrecer apoyo y guía desde la caridad. Al practicar esta corrección fraterna, aprendemos a caminar juntos, apoyándonos mutuamente en nuestro camino hacia la santidad.