El Reino de Dios: Una Red que Abarca a Todos

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El Reino de Dios: Una Red que Abarca a Todos

2024-08-01 Discernimiento Espiritual Inclusión y Comunidad Sin categoría 0

Lectura del santo evangelio según san Mateo (13,47-53):

En aquel tiempo, dijo Jesús a la gente: «El reino de los cielos se parece también a la red que echan en el mar y recoge toda clase de peces: cuando está llena, la arrastran a la orilla, se sientan, y reúnen los buenos en cestos y los malos los tiran. Lo mismo sucederá al final del tiempo: saldrán los ángeles, separarán a los malos de los buenos y los echarán al horno encendido. Allí será el llanto y el rechinar de dientes. ¿Entendéis bien todo esto?»
Ellos les contestaron: «Sí.»
Él les dijo: «Ya veis, un escriba que entiende del reino de los cielos es como un padre de familia que va sacando del arca lo nuevo y lo antiguo.»
Cuando Jesús acabó estas parábolas, partió de allí.

Palabra del Señor.

 

El Reino de los Cielos como una red:

El evangelio de hoy nos presenta una imagen poderosa: el Reino de los Cielos es semejante a una red que se echa al mar y recoge toda clase de peces. Esta metáfora nos invita a reflexionar sobre la inclusividad y diversidad del Reino de Dios. Al igual que una red no discrimina entre los peces que atrapa, el mensaje del Evangelio está destinado a todos, sin excepción. En nuestro día a día, estamos llamados a extender esta misma apertura y acogida a todos los que nos rodean, sin importar sus diferencias. En el trabajo parroquial y en los movimientos apostólicos, es crucial recordar que cada persona tiene un lugar en esta gran red.

El discernimiento en la vida cotidiana:

La parábola también nos habla de la separación de los buenos y malos peces al final de los tiempos. Este acto de discernimiento no es solo una referencia al juicio final, sino también una invitación a evaluar nuestras propias vidas y acciones. Cada día se nos presentan oportunidades para elegir el bien sobre el mal, para optar por el amor sobre el odio, y para buscar la justicia en lugar de la injusticia. Este proceso de discernimiento es una herramienta vital en nuestro trabajo comunitario y apostólico, ayudándonos a tomar decisiones que reflejen los valores del Evangelio.

La importancia de la enseñanza:

Jesús concluye su parábola con una reflexión sobre la enseñanza. Nos recuerda que aquellos que han sido instruidos en el Reino de los Cielos son como un dueño de casa que saca de su tesoro cosas nuevas y viejas. En nuestro contexto, esto significa que debemos valernos tanto de las tradiciones antiguas como de las nuevas interpretaciones para guiar a nuestra comunidad. La enseñanza no es solo una transmisión de conocimiento, sino un acto de amor que busca formar corazones y mentes en los valores del Evangelio.

La paciencia y la esperanza:

La red que se llena de peces no se vacía de inmediato; hay un tiempo de espera antes de que se realice la separación. Esto nos enseña la virtud de la paciencia. En nuestro trabajo diario, tanto en la vida parroquial como en los movimientos apostólicos, a veces puede parecer que no vemos resultados inmediatos de nuestros esfuerzos. Sin embargo, estamos llamados a perseverar con esperanza, confiando en que Dios está obrando en maneras que no siempre podemos ver. La paciencia nos permite seguir adelante, sabiendo que el tiempo de Dios es perfecto.

La llamada a la acción:

Finalmente, esta parábola es una llamada a la acción. Nos invita a ser proactivos en nuestra fe, a ser pescadores de hombres y mujeres para el Reino de Dios. Esto significa ser testigos del amor y la misericordia de Dios en todas las áreas de nuestra vida, desde la familia hasta el lugar de trabajo, y en la comunidad más amplia. Es un llamado a no ser meros espectadores, sino participantes activos en la misión de la Iglesia.