El Poder Transformador del Amor Divino: Reflexión sobre Mateo 10,34-11,1

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El Poder Transformador del Amor Divino: Reflexión sobre Mateo 10,34-11,1

2024-07-15 Amor divino Fe y compromiso Sacrificio Cristiano 0

Lectura del santo evangelio según san Mateo (10,34–11,1):

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus apóstoles: «No penséis que he venido a la tierra a sembrar paz; no he venido a sembrar paz, sino espadas. He venido a enemistar al hombre con su padre, a la hija con su madre, a la nuera con su suegra; los enemigos de cada uno serán los de su propia casa. El que quiere a su padre o a su madre más que a mí no es digno de mí; el que quiere a su hijo o a su hija más que a mí no es digno de mí; y el que no coge su cruz y me sigue no es digno de mí. El que encuentre su vida la perderá, y el que pierda su vida por mí la encontrará. El que os recibe a vosotros me recibe a mí, y el que me recibe recibe al que me ha enviado; el que recibe a un profeta porque es profeta tendrá paga de profeta; y el que recibe a un justo porque es justo tendrá paga de justo. El que dé a beber, aunque no sea más que un vaso de agua fresca, a uno de estos pobrecillos, sólo porque es mi discípulo, no perderá su paga, os lo aseguro.»
Cuando Jesús acabó de dar instrucciones a sus doce discípulos, partió de allí para enseñar y predicar en sus ciudades.

Palabra del Señor.

El Llamado a la Conversión y a la Verdad:

En la lectura del santo evangelio según san Mateo (10,34–11,1), Jesús nos recuerda que su mensaje puede provocar división. Él no vino a traer paz, sino espada. Este pasaje no debe interpretarse literalmente como una incitación a la violencia, sino como una llamada a la verdad y a la conversión. A menudo, el seguimiento de Cristo nos puede situar en oposición a aquellos que no comprenden o aceptan sus enseñanzas. Es en esos momentos cuando debemos mantenernos firmes en nuestra fe y compromiso con el Evangelio.

La Prioridad del Amor Divino:

Jesús nos enseña que el amor a Dios debe estar por encima de todo, incluso de nuestros más cercanos afectos. Esto no significa que debemos abandonar nuestras responsabilidades familiares o sociales, sino que debemos poner en perspectiva nuestro amor y lealtad. El amor a Dios nos guía a amar mejor y más profundamente a los demás. Este principio es fundamental en nuestra vida diaria, especialmente en el trabajo en la parroquia y en los movimientos apostólicos, donde nuestro servicio debe reflejar esa prioridad del amor divino.

El Sacrificio por el Reino de los Cielos:

El pasaje también menciona que quien no toma su cruz y sigue a Jesús, no es digno de él. Esta invitación a cargar nuestra cruz se refiere a aceptar las dificultades y sacrificios que vienen con el seguimiento de Cristo. En nuestra vida cotidiana, esto puede significar soportar pruebas y retos con fe y esperanza. En el contexto parroquial y apostólico, implica servir con entrega, incluso cuando el trabajo se torna difícil o ingrato, siempre confiando en que nuestro esfuerzo tiene un propósito mayor en el plan divino.

La Recompensa de la Fidelidad:

Jesús asegura que quien recibe a sus discípulos, lo recibe a él, y quien recibe a un profeta en calidad de profeta, recibirá recompensa de profeta. Este principio de reciprocidad divina nos anima a ser hospitalarios y generosos, reconociendo la presencia de Cristo en los demás. En nuestro trabajo en la parroquia y en los movimientos apostólicos, esta actitud de acogida y generosidad es esencial. Nos ayuda a construir una comunidad basada en la fe, el respeto y la cooperación.

La Misión Continua:

El evangelio concluye con Jesús continuando su enseñanza y predicación en las ciudades. Este ejemplo de perseverancia en la misión nos inspira a seguir adelante, a pesar de los desafíos. En nuestra vida diaria y en el servicio parroquial, debemos seguir trabajando por el Reino de Dios, buscando siempre nuevas formas de compartir el Evangelio y de llevar esperanza a los demás. Cada acción, por pequeña que sea, contribuye a la obra de Cristo en el mundo.