La Eucaristía: Fuente de Vida y Comunión según san Marcos 14,12-16.22-26

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La Eucaristía: Fuente de Vida y Comunión según san Marcos 14,12-16.22-26

2024-06-02 Eucaristía Sin categoría Última Cena 0

Lectura del santo evangelio según san Marcos (14,12-16.22-26):

El primer día de los Ázimos, cuando se sacrificaba el cordero pascual, le dijeron a Jesús sus discípulos: «¿Dónde quieres que vayamos a prepararte la cena de Pascua?»
Él envió a dos discípulos, diciéndoles: «Id a la ciudad, encontraréis un hombre que lleva un cántaro de agua; seguidlo y, en la casa en que entre, decidle al dueño: «El Maestro pregunta: ¿Dónde está la habitación en que voy a comer la Pascua con mis discípulos?» Os enseñará una sala grande en el piso de arriba, arreglada con divanes. Preparadnos allí la cena.»
Los discípulos se marcharon, llegaron a la ciudad, encontraron lo que les había dicho y prepararon la cena de Pascua.
Mientras comían. Jesús tomó un pan, pronunció la bendición, lo partió y se lo dio, diciendo: «Tomad, esto es mi cuerpo.» Cogiendo una copa, pronunció la acción de gracias, se la dio, y todos bebieron. Y les dijo: «Ésta es mi sangre, sangre de la alianza, derramada por todos. Os aseguro que no volveré a beber del fruto de la vid hasta el día que beba el vino nuevo en el reino de Dios.»
Después de cantar el salmo, salieron para el monte de los Olivos.

Palabra del Señor.

La Preparación para la Última Cena:

En el evangelio de Marcos 14,12-16, Jesús instruye a sus discípulos sobre cómo preparar la Pascua. Este acto de preparación simboliza la importancia de estar siempre listos para recibir a Cristo en nuestras vidas. En nuestro día a día, ya sea en casa, en el trabajo o en la comunidad parroquial, debemos estar atentos a la voz de Dios que nos guía. La preparación no es solo física, sino también espiritual, un llamado a limpiar nuestro corazón y mente para ser verdaderos seguidores de Cristo.

La Institución de la Eucaristía:

Durante la Última Cena, Jesús instituye la Eucaristía, ofreciendo su cuerpo y su sangre como alimento espiritual. Este acto central de nuestra fe nos recuerda que en cada misa, revivimos ese momento sagrado. Al recibir la Eucaristía, nos unimos íntimamente a Cristo, recibiendo la gracia necesaria para enfrentar los desafíos diarios. La Eucaristía nos fortalece y nos transforma, invitándonos a ser testigos vivos de su amor en nuestras comunidades y movimientos apostólicos.

La Comunión con Cristo y con los Hermanos:

La Eucaristía no solo nos une a Cristo, sino también a nuestros hermanos en la fe. Al compartir el pan y el vino, nos convertimos en una comunidad unida por el amor de Dios. Esta comunión se extiende más allá de la misa, alentándonos a ser solidarios y compasivos en nuestras acciones cotidianas. En la parroquia, este sentido de comunidad nos motiva a trabajar juntos en proyectos pastorales, apoyándonos mutuamente en el camino de la fe.

La Eucaristía como Fuente de Servicio:

La celebración de la Eucaristía es una llamada al servicio. Jesús, al lavar los pies de sus discípulos, nos da un ejemplo claro de humildad y servicio. En nuestro entorno laboral y en nuestras actividades apostólicas, debemos reflejar esta actitud de servicio, buscando siempre el bien del prójimo. El verdadero liderazgo cristiano se manifiesta en el servicio desinteresado y en la entrega a los demás, imitando a Cristo en su sacrificio por la humanidad.

La Esperanza en la Eucaristía:

Finalmente, la Eucaristía nos llena de esperanza. En el evangelio, Jesús promete no beber más del fruto de la vid hasta el día en que lo beba nuevo en el Reino de Dios. Esta promesa nos recuerda que nuestra vida terrenal es un peregrinaje hacia la eternidad. La Eucaristía es un anticipo de la vida eterna, una fuente de esperanza que nos anima a perseverar en la fe y a vivir con alegría, sabiendo que un día estaremos plenamente unidos con Cristo en su reino.