El Mandamiento del Amor en Acción: Reflexión sobre Juan 15:9-17

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El Mandamiento del Amor en Acción: Reflexión sobre Juan 15:9-17

2024-05-14 Alegría Cristiana Amistad con Jesús Amor cristiano Reflexiones Espirituales 0

Lectura del santo evangelio según san Juan (15,9-17):

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: «Como el Padre me ha amado, así os he amado yo; permaneced en mi amor. Si guardáis mis mandamientos, permaneceréis en mi amor; lo mismo que yo he guardado los mandamientos de mi Padre y permanezco en su amor. Os he hablado de esto para que mi alegría esté en vosotros, y vuestra alegría llegue a plenitud. Éste es mi mandamiento: que os améis unos a otros como yo os he amado. Nadie tiene amor más grande que el que da la vida por sus amigos. Vosotros sois mis amigos, si hacéis lo que yo os mando. Ya no os llamo siervos, porque el siervo no sabe lo que hace su señor: a vosotros os llamo amigos, porque todo lo que he oído a mi Padre os lo he dado a conocer. No sois vosotros los que me habéis elegido, soy yo quien os he elegido y os he destinado para que vayáis y deis fruto, y vuestro fruto dure. De modo que lo que pidáis al Padre en mi nombre os lo dé. Esto os mando: que os améis unos a otros.»

Palabra del Señor.

El Mandamiento del Amor:

El pasaje de Juan 15:9-17 nos invita a reflexionar sobre el amor, no como un mero sentimiento pasajero, sino como una decisión y un mandato divino. Jesús nos llama a amar como Él nos ha amado, con un amor sacrificial y desinteresado. En nuestra vida diaria, esto se traduce en actos concretos de bondad y compasión hacia los demás. En el trabajo parroquial, esto significa estar siempre dispuestos a servir y apoyar a nuestra comunidad, sin esperar nada a cambio. El amor verdadero se manifiesta en la disponibilidad de dar nuestro tiempo y recursos para el bien común.

Permanecer en Su Amor:

Jesús nos exhorta a permanecer en su amor, lo cual requiere una relación constante y profunda con Él. Esto implica una vida de oración y sacramentos, que nos fortifican para vivir según sus enseñanzas. En nuestros movimientos apostólicos, debemos fomentar una espiritualidad que nos mantenga conectados con Cristo, para que nuestras acciones reflejen su amor. Permanecer en su amor nos da la fuerza para enfrentar los desafíos y adversidades con esperanza y confianza, sabiendo que no estamos solos.

La Alegría Completa:

Jesús promete que si guardamos sus mandamientos, nuestra alegría será completa. Esta alegría no depende de las circunstancias externas, sino de una paz interior que proviene de vivir en armonía con la voluntad de Dios. En el contexto parroquial, podemos cultivar esta alegría a través de la comunidad, compartiendo nuestras vidas y apoyándonos mutuamente. En los movimientos apostólicos, la alegría se manifiesta en el entusiasmo y la dedicación con que llevamos a cabo nuestras actividades, sabiendo que estamos contribuyendo al Reino de Dios.

La Amistad con Jesús:

Jesús nos llama amigos, no siervos, porque nos ha revelado todo lo que ha oído de su Padre. Esta amistad nos invita a una intimidad con Él que transforma nuestra vida. En nuestra labor parroquial, esta amistad se refleja en la cercanía y el acompañamiento a las personas, especialmente a los que están pasando por momentos difíciles. En los movimientos apostólicos, ser amigos de Jesús nos impulsa a ser líderes serviciales, que buscan siempre el bien de los demás antes que el propio.

El Fruto que Permanece:

Jesús nos ha elegido y enviado para que llevemos fruto, y que ese fruto permanezca. Este fruto es el resultado de nuestra vida en Cristo y nuestro amor hacia los demás. En la parroquia, esto se traduce en proyectos y ministerios que tienen un impacto duradero en la comunidad. En los movimientos apostólicos, buscamos formar discípulos comprometidos que continúen la misión de evangelización. El fruto que permanece es la transformación de corazones y vidas a través del testimonio y la acción concreta.