Guía y Protección: Lecciones del Buen Pastor
Lectura del santo evangelio según san Juan (10,11-18):
En aquel tiempo dijo Jesús: «Yo soy el buen Pastor. El buen pastor da la vida por las ovejas; el asalariado, que no es pastor ni dueño de las ovejas, ve venir al lobo, abandona las ovejas y huye; y el lobo hace estragos y las dispersa; y es que a un asalariado no le importan las ovejas. Yo soy el buen Pastor, que conozco a las mías y las mías me conocen, igual que el Padre me conoce y yo conozco al Padre; yo doy mi vida por las ovejas. Tengo, además, otras ovejas que no son de este redil; también a ésas las tengo que traer, y escucharán mi voz, y habrá un solo rebaño, un solo Pastor. Por esto me ama el Padre, porque yo entrego mi vida para poder recuperarla. Nadie me la quita, sino que yo la entrego libremente. Tengo poder para entregarla y tengo poder para recuperarla: este mandato he recibido de mi Padre.»
Palabra del Señor.
Introducción al evangelio del día:
En la lectura de hoy, se nos presenta una de las figuras más entrañables y profundas de nuestro camino espiritual: el buen pastor. Este pasaje no solo enfatiza la responsabilidad y el cuidado del pastor hacia sus ovejas, sino que también destaca su disposición a dar la vida por ellas. Este mensaje, aunque milenario, sigue resonando con fuerza en nuestra vida contemporánea.
La figura del Buen Pastor en la vida diaria:
La figura del buen pastor nos invita a reflexionar sobre nuestro rol como guías y cuidadores en nuestra comunidad. En nuestro día a día, enfrentamos desafíos y decisiones donde el bienestar de otros puede depender de nuestras acciones. Al igual que el buen pastor, estamos llamados a actuar con amor, sacrificio y dedicación, poniendo las necesidades de los demás antes que las nuestras, ya sea en el hogar, en el trabajo o en cualquier espacio de convivencia.
Aplicaciones en el trabajo parroquial:
En el ámbito parroquial, la imagen del buen pastor se materializa en cada acción que realizamos. Desde la organización de actividades hasta la atención personalizada de nuestra comunidad, cada gesto es una oportunidad para emular al buen pastor. Esto implica no solo guiar, sino también escuchar, entender y acoger las necesidades de todos, asegurando que nadie se sienta excluido o menospreciado.
Impacto en los movimientos apostólicos:
Los movimientos apostólicos, con su dinamismo y diversidad, también pueden beneficiarse enormemente de la imagen del buen pastor. Estos movimientos nos desafían a ser líderes que no solo predican, sino que practican la empatía y la inclusión activamente. Aquí, el buen pastor no es solo una figura a imitar, sino un modelo de liderazgo que promueve la unidad y el crecimiento espiritual en la diversidad.
Conclusión:
El buen pastor es más que una metáfora; es un llamado a la acción y un modelo de vida. A través de este pasaje, se nos invita a reflexionar sobre nuestro papel en la vida de los demás y a esforzarnos por ser figuras de guía, protección y amor incondicional. Que esta reflexión nos inspire a llevar estos principios a nuestra vida diaria, nuestro trabajo en la parroquia y nuestra participación en movimientos apostólicos, buscando siempre el bien común.