Viviendo el Evangelio en la Vida Diaria: Reflexiones sobre Juan 3,31-36

Ayudemos a Manuel Mano Galarza

Viviendo el Evangelio en la Vida Diaria: Reflexiones sobre Juan 3,31-36

2024-04-11 Fe y Obediencia 0

Lectura del santo evangelio según san Juan (3,31-36):

EL que viene de lo alto está por encima de todos. El que es de la tierra es de la tierra y habla de la tierra. El que viene del cielo está por encima de todos. De lo que ha visto y ha oído da testimonio, y nadie acepta su testimonio. El que acepta su testimonio certifica que Dios es veraz.
El que Dios envió habla las palabras de Dios, porque no da el Espíritu con medida. El Padre ama al Hijo y todo lo ha puesto en su mano. El que cree en el Hijo posee la vida eterna; el que no crea al Hijo no verá la vida, sino que la ira de Dios pesa sobre él.

Palabra del Señor.

Introducción:

En las palabras del evangelio según san Juan, encontramos una fuente inagotable de sabiduría y guía para nuestra vida. Este pasaje, en particular, nos invita a reflexionar sobre la procedencia divina de Jesús y la importancia de creer en sus palabras para tener vida eterna. Es un llamado a vivir con una fe profunda, arraigada en el amor y la obediencia a Dios.

La Procedencia Divina y Su Impacto en Nuestra Vida:

El pasaje nos recuerda que Jesús viene de lo alto, del cielo, y habla de lo que ha visto y oído. Esta realidad debe resonar en cada aspecto de nuestra vida, recordándonos que nuestra fe no se basa en meras ideas humanas, sino en la revelación divina. En el trabajo diario de la parroquia y en los movimientos apostólicos, este reconocimiento nos impulsa a actuar no solo con diligencia sino con una profunda reverencia hacia la misión que se nos ha confiado.

La Fe Como Fundamento de la Acción:

Creer en las palabras de Jesús es el fundamento sobre el cual construimos nuestra vida y nuestra acción en el mundo. Este acto de fe no es pasivo; nos llama a una conversión continua, a vivir de manera coherente con el Evangelio. En la práctica, esto significa acoger a todos, servir con amor, y ser testigos de la esperanza que nos habita, especialmente en los desafíos que enfrentamos en la comunidad y en el mundo.

El Amor y la Obediencia Como Respuesta:

El evangelio nos enseña que el amor de Dios se manifiesta en el don de su Hijo, y nuestra respuesta a este amor es la obediencia. Obedecer a Dios no es una carga, sino una expresión de amor y confianza en su voluntad. En la vida parroquial y en los movimientos apostólicos, esta obediencia se traduce en una escucha atenta de la Palabra y en acciones concretas que reflejan el amor de Dios hacia nuestros hermanos y hermanas.

La Promesa de la Vida Eterna:

Finalmente, el pasaje culmina con la promesa de la vida eterna para aquellos que creen en el Hijo. Esta promesa es la luz que guía nuestro camino, ofreciéndonos esperanza y consuelo en medio de las dificultades. Nos recuerda que nuestro trabajo y nuestro servicio tienen un propósito eterno, y que cada acto de fe y amor tiene un valor infinito a los ojos de Dios.

Conclusión:

La lectura del santo evangelio según san Juan nos invita a profundizar en nuestra fe, a vivir con un amor y obediencia renovados, y a recordar la promesa de la vida eterna. En nuestra vida diaria, en el trabajo parroquial, y en los movimientos apostólicos, estas palabras deben resonar como un llamado a ser verdaderos discípulos de Cristo, viviendo y compartiendo el Evangelio con todo el mundo.