Amor y Luz en Acción: Reflexiones sobre Juan 3:16-21

Ayudemos a Manuel Mano Galarza

Amor y Luz en Acción: Reflexiones sobre Juan 3:16-21

2024-04-10 Amor incondicional Fe y Obras 0

Lectura del santo evangelio según san Juan (3,16-21):

Tanto amó Dios al mundo, que entregó a su Unigénito, para que todo el que cree en él no perezca, sino que tenga vida eterna.
Porque Dios no envió a su Hijo al mundo para juzgar al mundo, sino para que el mundo se salve por él.
El que cree en él no será juzgado; el que no cree ya está juzgado, porque no ha creído en el nombre del Unigénito de Dios.
Este es el juicio: que la luz vino al mundo, y los hombres prefirieron la tiniebla a la luz, porque sus obras eran malas. Pues todo el que obra el mal detesta la luz, y no se acerca a la luz, para no verse acusado por sus obras.
En cambio, el que obra la verdad se acerca a la luz, para que se vea que sus obras están hechas según Dios.

Palabra del Señor.

El Amor Incondicional como Fundamento de Nuestra Existencia:

El pasaje de Juan 3:16-21 nos recuerda el amor incondicional como el pilar sobre el cual se construye nuestra existencia. Este amor no es meramente una emoción o sentimiento, sino una acción constante que se manifiesta en la entrega y el sacrificio. En la vida diaria, este amor se traduce en la paciencia con que tratamos a los demás, la comprensión ante el error y la disposición a ayudar sin esperar nada a cambio. En el ámbito de nuestro trabajo parroquial, este amor se refleja en la acogida cálida a cada persona que cruza las puertas de nuestra comunidad, reconociendo en cada rostro una historia única digna de ser escuchada y acompañada.

La Luz que Disipa las Tinieblas:

Vivimos en un mundo donde las tinieblas, en forma de desesperanza y miedo, a menudo parecen prevalecer. Sin embargo, el evangelio nos llama a ser portadores de luz, disipando la oscuridad con nuestras acciones y palabras. En la práctica, esto significa ser un faro de esperanza en nuestra comunidad, ofreciendo palabras de aliento y realizando actos de bondad que reflejen la luz que hemos recibido. En los movimientos apostólicos, ser luz implica también trabajar incansablemente por la justicia, la paz y la creación de espacios seguros donde todos puedan sentirse valorados y amados.

Vivir en Verdad:

El pasaje nos invita a vivir en la verdad, lo que implica una autenticidad profunda en nuestras relaciones y acciones. Vivir en verdad significa tener el coraje de ser nosotros mismos, con nuestras virtudes y defectos, y actuar con integridad, sin dobleces ni falsedades. En el contexto parroquial, esto se traduce en una gestión transparente y en la promoción de una comunidad donde todos puedan expresarse libremente y ser escuchados con respeto. En los movimientos apostólicos, vivir en verdad nos desafía a ser coherentes con nuestros valores en todo momento, especialmente cuando enfrentamos situaciones difíciles o decisiones controvertidas.

El Llamado a la Acción:

Este pasaje no solo nos invita a reflexionar sino también a actuar. La fe sin obras es una fe muerta; por lo tanto, estamos llamados a poner en práctica el amor y la luz que profesamos. Esto significa involucrarnos activamente en las necesidades de nuestra comunidad, ya sea a través del voluntariado, la educación o el apoyo a los más vulnerables. En el trabajo parroquial, el llamado a la acción se manifiesta en la creación de programas que respondan a las necesidades reales de las personas, mientras que en los movimientos apostólicos, se traduce en el compromiso con causas sociales y ambientales que promuevan el bienestar común.

Construyendo Comunidades de Esperanza:

Finalmente, este pasaje nos anima a construir comunidades de esperanza, donde el amor y la luz sean la norma, no la excepción. Esto requiere de un esfuerzo conjunto y de la voluntad de trabajar juntos por un objetivo común. En nuestras parroquias y movimientos apostólicos, podemos fomentar este sentido de comunidad alentando la participación activa de todos, creando espacios de diálogo y encuentro, y promoviendo la solidaridad y el apoyo mutuo. Así, paso a paso, podemos transformar nuestra realidad en un reflejo del amor incondicional que nos ha sido revelado.