Encuentros de Fe y Duda: Reflexiones sobre Juan 20,19-31

Ayudemos a Manuel Mano Galarza

Encuentros de Fe y Duda: Reflexiones sobre Juan 20,19-31

2024-04-07 Fe y duda Vida cotidiana 0

Lectura del santo evangelio según san Juan (20,19-31):

Al anochecer de aquel día, el primero de la semana, estaban los discípulos en una casa, con las puertas cerradas por miedo a los judíos.
Y en esto entró Jesús, se puso en medio y les dijo: «Paz a vosotros.»
Y, diciendo esto, les enseñó las manos y el costado. Y los discípulos se llenaron de alegria al ver al Señor.
Jesús repitió: «Paz a vosotros. Como el Padre me ha enviado, así también os envío yo.»
Y, dicho esto, exhaló su aliento sobre ellos y les dijo: «Recibid el Espíritu Santo; a quienes les perdonéis los pecados, les quedan perdonados; a quienes se los retengáis, les quedan retenidos.»
Tomás, uno de los Doce, llamado el Mellizo, no estaba con ellos cuando vino Jesús.
Y los otros discípulos le decían: «Hemos visto al Señor.»
Pero él les contestó: «Si no veo en sus manos la señal de los clavos, si no meto el dedo en el agujero de los clavos y no meto la mano en su costado, no lo creo.»
A los ocho días, estaban otra vez dentro los discípulos y Tomás con ellos.
Llegó Jesús, estando cerradas las puertas, se puso en medio y dijo: «Paz a vosotros.»
Luego dijo a Tomás: «Trae tu dedo, aquí tienes mis manos; trae tu mano y métela en mi costado; y no seas incrédulo, sino creyente.»
Contestó Tomás: «¡Señor mío y Dios mío!»
Jesús le dijo: «¿Porque me has visto has creído? Dichosos los que crean sin haber visto.»
Muchos otros signos, que no están escritos en este libro, hizo Jesús a la vista de los discípulos. Éstos se han escrito para que creáis que Jesús es el Mesías, el Hijo de Dios, y para que, creyendo, tengáis vida en su nombre.

Palabra del Señor.

Introducción:

En los momentos más tranquilos de nuestra existencia, cuando el bullicio del mundo se apacigua y nos encontramos a solas con nuestros pensamientos, es cuando más claramente podemos escuchar el susurro de la verdad que busca hacerse camino en nuestro corazón. La lectura de hoy nos invita a reflexionar sobre la esencia de nuestra fe y cómo esta se manifiesta en cada aspecto de nuestra vida.

La Paz en Medio de la Incertidumbre:

El encuentro narrado entre el Resucitado y sus discípulos en un espacio cerrado, marcado por el miedo y la incertidumbre, nos habla profundamente hoy. “La paz sea con ustedes”, no es solo un saludo; es una declaración profunda de lo que se desea para el otro en momentos de confusión y temor. En nuestra labor diaria, ya sea en la parroquia o en los movimientos apostólicos, somos llamados a ser portadores de esta paz, a ser el rostro y las manos de quien primero nos ofreció su paz.

La Fe Más Allá de la Vista:

Tomás, con su necesidad de ver para creer, representa una parte muy humana de todos nosotros. La duda no es lo opuesto a la fe; más bien, es una parte de su proceso. En nuestra comunidad, nos encontramos con muchos “Tomás”, aquellos que buscan signos tangibles de lo divino. Nuestra misión no es reprender la duda, sino acompañarla, ofreciendo nuestro testimonio de vida como el signo más palpable de la presencia amorosa de Dios en el mundo.

El Testimonio Vivo:

“Porque me has visto, has creído; bienaventurados los que no han visto y han creído”. Este versículo no solo se dirige a Tomás, sino a cada uno de nosotros. En la vida cotidiana, en el trabajo, en la familia, estamos llamados a ser ese testimonio vivo de fe, esperanza y amor. Nuestra creencia no se basa en haber visto, sino en haber experimentado en lo más profundo de nuestro ser la presencia transformadora del Resucitado.

La Comunidad como Espacio de Encuentro:

La lectura nos recuerda la importancia de la comunidad como espacio donde la fe se fortalece y se comparte. En nuestros encuentros, ya sean litúrgicos o de otra índole, recreamos ese espacio cerrado donde Jesús se hizo presente a sus discípulos. Cada reunión es una oportunidad para experimentar la paz de Cristo y reafirmar nuestra fe colectiva, recordándonos que, a pesar de nuestras dudas y temores, no estamos solos.

Conclusión:

La lectura de hoy nos desafía a mirar más allá de nuestras dudas y temores, a buscar la paz que solo puede venir de una relación profunda y personal con lo divino. Nos invita a ser testigos de esa paz y esa fe, no solo con palabras, sino a través de nuestras acciones y nuestra vida diaria. Que podamos abrir nuestros corazones para recibir la paz de Cristo y compartirla generosamente con aquellos que nos rodean.