El juicio de las naciones: Un llamado a la caridad verdadera

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El juicio de las naciones: Un llamado a la caridad verdadera

2025-03-10 Amor al Prójimo Caridad cristiana Fe y Obras 0

Lectura del santo evangelio según san Mateo (25,31-46):

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
«Cuando venga en su gloria el Hijo del hombre, y todos los ángeles con él, se sentará en el trono de su gloria y serán reunidas ante él todas las naciones.
Él separará a unos de otros, como un pastor separa las ovejas de las cabras.
Y pondrá las ovejas a su derecha y las cabras a su izquierda.
Entonces dirá el rey a los de su derecha:
“Venid vosotros, benditos de mi Padre; heredad el reino preparado para vosotros desde la creación del mundo.
Porque tuve hambre y me disteis de comer, tuve sed y me disteis de beber, fui forastero y me hospedasteis, estuve desnudo y me vestisteis, enfermo y me visitasteis, en la cárcel y vinisteis a yerme”.
Entonces los justos le contestarán:
“Señor, ¿cuándo te vimos con hambre y te alimentamos, o con sed y te dimos de beber?; ¿cuándo te vimos forastero y te hospedamos, o desnudo y te vestimos?; ¿cuándo te vimos enfermo o en la cárcel y fuimos a verte?”.
Y el rey les dirá:
“En verdad os digo que cada vez que lo hicisteis con uno de estos, mis hermanos más pequeños, conmigo lo hicisteis”.
Entonces dirá a los de su izquierda:
“Apartaos de mí, malditos, id al fuego eterno preparado para el diablo y sus ángeles. Porque tuve hambre y no me disteis de comer, tuve sed y no me disteis de beber, fui forastero y no me hospedasteis, estuve desnudo y no me vestisteis, enfermo y en la cárcel y no me visitasteis”.
Entonces también estos contestarán:
“Señor, ¿cuándo te vimos con hambre o con sed, o forastero o desnudo, o enfermo o en la cárcel, y no te asistimos?”.
Él les replicará:
“En verdad os digo: lo que no hicisteis con uno de estos, los más pequeños, tampoco lo hicisteis conmigo”.
Y estos irán al castigo eterno y los justos a la vida eterna».

Palabra del Señor.

El juicio de las naciones:

El evangelio de Mateo nos presenta una imagen clara del juicio final, donde Jesús separa a las naciones como un pastor separa a las ovejas de los cabritos. Esta escena no solo nos habla del destino eterno, sino de un criterio fundamental para nuestra vida: el amor concreto al prójimo. No se trata de teorías ni de discursos grandilocuentes, sino de acciones visibles y palpables. En cada pequeño gesto de ayuda, en cada acto de compasión, se juega la eternidad. Jesús nos enseña que el amor verdadero no se queda en palabras, sino que se traduce en hechos cotidianos.

Servir a Jesús en el hermano necesitado:

Las palabras del evangelio nos invitan a mirar con ojos nuevos a quienes nos rodean. Cada persona en necesidad es Jesús mismo esperándonos. Cuando damos de comer al hambriento, cuando visitamos al enfermo o al encarcelado, estamos atendiendo al Señor en persona. No podemos ser indiferentes ante el dolor del otro. La comunidad cristiana tiene la misión de ser luz en medio del mundo, reflejando la misericordia de Dios a través de acciones concretas que transforman vidas.

La caridad como criterio de juicio:

Jesús no evalúa a las personas según su riqueza, su educación o su poder, sino según su capacidad de amar y servir. La fe sin obras está vacía. El verdadero discípulo no es aquel que solo escucha la palabra, sino el que la pone en práctica. En nuestras parroquias y comunidades, este mensaje debe traducirse en un compromiso real con los más necesitados. No podemos ignorar a quienes sufren ni justificar nuestra inacción. Seremos juzgados por nuestra respuesta al dolor ajeno.

Aplicación en la vida parroquial y apostólica:

Las palabras de Jesús nos llaman a reflexionar sobre nuestra labor en la parroquia y en los movimientos apostólicos. ¿Nuestras iniciativas realmente sirven a los más frágiles? ¿Nos preocupamos por visitar a los enfermos y consolar a los que sufren? El evangelio nos recuerda que el amor es el alma de toda misión cristiana. Cada comunidad debe preguntarse cómo puede ser un reflejo del reino de Dios aquí en la tierra. La acción social, la pastoral del consuelo y el servicio a los más pobres son expresiones concretas de una fe viva.

La respuesta personal a este llamado:

Cada uno de nosotros es interpelado por este pasaje. No basta con admirar la enseñanza de Jesús, es necesario responder con generosidad. En lo cotidiano, siempre hay oportunidades para hacer el bien: un vecino en soledad, un compañero de trabajo que atraviesa un momento difícil, un desconocido que necesita una palabra de aliento. Amar a Dios implica amar a los demás con gestos concretos. Al final de nuestra vida, lo único que permanecerá será el amor que hayamos dado.

Meditación Diaria: El evangelio de hoy nos muestra que nuestra fe se juega en lo concreto. No se trata solo de rezar o asistir a la iglesia, sino de vivir el amor en cada acción. Jesús se identifica con los pobres, los enfermos y los marginados. Nos invita a abrir los ojos y el corazón para descubrirlo en cada rostro que sufre. La verdadera grandeza no está en acumular bienes, sino en dar con generosidad. Hoy es un buen día para preguntarnos: ¿Estoy sirviendo a Jesús en mis hermanos? ¿Mi vida refleja el amor que Él me pide? La respuesta no se da con palabras, sino con acciones.