Un llamado inesperado: Jesús y la misericordia hacia los pecadores

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Un llamado inesperado: Jesús y la misericordia hacia los pecadores

2025-03-08 Acoger a los pecadores Conversión y llamado Misericordia de Jesús 0

Lectura del santo evangelio según san Lucas (5,27-32):

En aquel tiempo, vio Jesús a un publicano llamado Leví, sentado al mostrador de los impuestos, y le dijo:
«Sígueme».
Él, dejándolo todo, se levantó y lo siguió. Leví ofreció en su honor un gran banquete en su casa, y estaban a la mesa con ellos un gran número de publicanos y otros. Y murmuraban los fariseos y sus escribas diciendo a los discípulos de Jesús:
«¿Cómo es que coméis y bebéis con publicanos y pecadores?»
Jesús les respondió:
«No necesitan médico los sanos, sino los enfermos. No he venido a llamar a los justos, sino a los pecadores a que se conviertan».

Palabra del Señor.

Jesús llama a quienes menos esperamos:

El Evangelio nos presenta un episodio sorprendente: Jesús llama a Leví, un recaudador de impuestos, a seguirlo. En tiempos de Jesús, estos hombres eran considerados pecadores y traidores por colaborar con el imperio romano. Sin embargo, Jesús no mira con los ojos del prejuicio, sino con los del amor y la misericordia. Su mirada sobre Leví no es de condena, sino de invitación.

Este llamado nos recuerda que Jesús no elige a los más perfectos, sino a aquellos que están dispuestos a cambiar. También nos desafía a examinar cómo miramos a los demás. ¿Vemos su dignidad o nos dejamos llevar por etiquetas y juicios? En nuestra comunidad y en la parroquia, estamos llamados a acoger a todos, sin distinción, con el mismo amor con el que Jesús miró a Leví.

Una respuesta inmediata y generosa:

Leví no duda en dejarlo todo para seguir a Jesús. Su respuesta es radical: abandona su vida anterior y abre las puertas de su casa para celebrar con Jesús y con otros pecadores. Este detalle nos habla de un corazón dispuesto al cambio y a compartir la alegría del Evangelio.

En nuestra vida diaria, muchas veces sentimos el llamado de Jesús a vivir con mayor entrega, pero postergamos nuestra respuesta. Este pasaje nos recuerda que la conversión no es solo un acto individual, sino una transformación que se expande hacia los demás. En nuestra labor parroquial, debemos ser puentes para que otros también descubran el gozo de seguir a Jesús y experimenten su misericordia.

Jesús y los marginados:

Cuando los fariseos y escribas ven a Jesús compartiendo con pecadores, lo critican. Esperaban que un maestro religioso se alejara de ellos. Pero Jesús responde con una verdad profunda: «No necesitan médico los sanos, sino los enfermos. No he venido a llamar a los justos, sino a los pecadores».

Estas palabras nos invitan a reflexionar sobre nuestra actitud hacia quienes son marginados por la sociedad. ¿Nos alejamos de ellos o, como Jesús, nos acercamos con amor? En los movimientos apostólicos y en la comunidad, es fundamental recordar que nuestra misión no es juzgar, sino sanar corazones heridos con la compasión de Dios.

El verdadero sentido de la misericordia:

Este pasaje nos enseña que el camino de la fe no es para quienes se creen perfectos, sino para quienes reconocen su necesidad de Dios. Jesús nos muestra que la misericordia es el corazón del Evangelio y nos invita a practicarla en cada aspecto de nuestra vida.

En nuestra labor diaria, ya sea en el trabajo, en la familia o en la parroquia, estamos llamados a ser reflejo de esta misericordia. A veces, podemos sentirnos indignos o insuficientes, pero el llamado de Jesús a Leví nos recuerda que Dios no elige a los preparados, sino que prepara a los que llama.

Meditación Diaria: Hoy, el Evangelio nos anima a reflexionar sobre el amor incondicional de Jesús. Nos recuerda que Dios no nos elige por nuestros méritos, sino por su infinita misericordia. Así como Leví fue llamado a una nueva vida, nosotros también somos invitados cada día a la conversión y al amor verdadero. En nuestro caminar, es fácil caer en la trampa del juicio y la indiferencia. Sin embargo, Jesús nos reta a mirar con compasión, a abrir nuestro corazón y a ser testigos de su amor en cada rincón de nuestra vida. Que hoy seamos instrumentos de su misericordia, acogiendo a los demás con la misma ternura con la que Él nos recibe a cada uno.