¿Cuándo ayunar y cuándo celebrar? Descubre lo que enseña Jesús

Ayudemos a Manuel Mano Galarza

¿Cuándo ayunar y cuándo celebrar? Descubre lo que enseña Jesús

2025-03-07 Jesús y el ayuno 0

Lectura del santo evangelio según san Mateo (9,14-15):

En aquel tiempo, os discípulos de Juan se le acercan a Jesús, preguntándole:
«¿Por qué nosotros y los fariseos ayunamos a menudo y, en cambio, tus discípulos no ayunan?».
Jesús les dijo:
«¿Es que pueden guardar luto los amigos del esposo, mientras el esposo está con ellos? Llegarán días en que les arrebatarán al esposo, y entonces ayunarán».

Palabra del Señor.

El ayuno y la presencia de Jesús:

En el Evangelio según san Mateo (9,14-15), los discípulos de Juan se acercan a Jesús con una pregunta sobre el ayuno. Esta inquietud revela una búsqueda sincera de comprensión sobre la práctica religiosa. La respuesta de Jesús no niega el valor del ayuno, sino que lo sitúa en su verdadero contexto: hay momentos para la penitencia y momentos para la celebración. Su presencia en la vida de los discípulos es motivo de gozo, y cuando Él no esté, entonces vendrán días para el ayuno.

Este pasaje nos invita a reflexionar sobre nuestra relación con Jesús. ¿Estamos conscientes de su presencia en nuestra vida? ¿Sabemos cuándo es tiempo de ayunar y cuándo es tiempo de celebrar su amor? En la vida diaria, es fundamental comprender que cada momento tiene su propósito. A veces es necesario el sacrificio, pero también hay espacio para la alegría y el encuentro con el Señor.

La fe no se reduce a prácticas externas:

La pregunta de los discípulos de Juan refleja una visión de la fe centrada en las prácticas externas. El ayuno era una costumbre arraigada en la tradición judía, pero Jesús enseña que la fe no puede limitarse a actos visibles, sino que debe nacer de una relación viva con Él. La vida cristiana no se define solo por lo que se hace, sino por quién se sigue.

Esta enseñanza tiene una aplicación clara en nuestro trabajo pastoral y comunitario. A veces, podemos caer en la tentación de medir nuestra fidelidad a Dios por las prácticas que realizamos, olvidando que lo más importante es vivir en comunión con Él. En la parroquia, en la comunidad y en los movimientos apostólicos, es fundamental recordar que todo servicio y toda acción deben brotar del amor y la cercanía con Jesús, no solo de la costumbre o la obligación.

El ayuno como camino de conversión:

Jesús no rechaza el ayuno, sino que lo coloca en su justa dimensión. No es un fin en sí mismo, sino un medio para acercarnos a Dios. El ayuno tiene sentido cuando es expresión de un corazón que busca renovarse y desprenderse de aquello que lo aleja del Señor. En nuestra vida cotidiana, esto se traduce en pequeñas renuncias que nos ayudan a dar más espacio a la gracia de Dios.

En la comunidad parroquial y en los movimientos apostólicos, podemos hacer de este principio una práctica concreta. Ayunar no es solo privarse de alimentos, sino aprender a ceder el tiempo, los recursos y la atención a quienes más lo necesitan. Es abandonar el egoísmo y aprender a vivir con mayor generosidad. ¿De qué podemos ayunar hoy para hacer presente el amor de Jesús en nuestra vida y en la de los demás?

La alegría de la presencia de Jesús:

Jesús habla de sí mismo como el esposo. Su presencia es motivo de alegría, como en una boda. Esta imagen nos recuerda que la vida cristiana está llamada a ser una celebración de su amor. Cuando Jesús está en el centro de nuestra vida, todo cobra un nuevo sentido.

Esta enseñanza es esencial para la evangelización y la vida comunitaria. La parroquia, los grupos de apostolado y las familias cristianas deben ser lugares donde se experimente la alegría del Evangelio. El testimonio de los creyentes debe reflejar la presencia viva de Jesús. La fe no es una carga, sino una fuente de gozo profundo que transforma la existencia y da sentido a todo lo que hacemos.

Meditación Diaria: El Evangelio de hoy nos invita a reflexionar sobre la importancia de reconocer la presencia de Jesús en nuestra vida. No se trata solo de seguir normas externas, sino de vivir en comunión con Él. Su presencia es motivo de alegría, y aunque haya momentos de sacrificio, siempre nos acompaña con su amor. Este pasaje también nos anima a ver el ayuno y la renuncia como oportunidades para crecer espiritualmente. No es privación sin sentido, sino una forma de abrir espacio en el corazón para Dios y para los demás. En nuestra vida cotidiana, en la parroquia y en la comunidad, podemos hacer pequeñas renuncias que nos ayuden a vivir con mayor generosidad y entrega. Que hoy podamos preguntarnos: ¿cómo estamos haciendo presente el amor de Jesús en nuestro entorno?