Seguir a Jesús: ¿Perdemos algo o ganamos todo?

Ayudemos a Manuel Mano Galarza

Seguir a Jesús: ¿Perdemos algo o ganamos todo?

2025-03-04 Fe y Comunidad 0

Lectura del santo evangelio según san Marcos (10,28-31):

EN aquel tiempo, Pedro se puso a decir a Jesús:
«Ya ves que nosotros lo hemos dejado todo y te hemos seguido».
Jesús dijo:
«En verdad os digo que no hay nadie que haya dejado casa, o hermanos o hermanas, o madre o padre, o hijos o tierras, por mí y por el Evangelio, que no reciba ahora, en este tiempo, cien veces más —casas y hermanos y hermanas y madres e hijos y tierras, con persecuciones— y en la edad futura, vida eterna. Muchos primeros serán últimos, y muchos últimos primeros».

Palabra del Señor.

Renunciar para recibir:

Pedro, en el pasaje del Evangelio según san Marcos (10,28-31), expresa una inquietud profunda: «Nosotros lo hemos dejado todo y te hemos seguido». Jesús responde con una promesa extraordinaria: nadie que haya dejado familia, bienes o seguridades por el Evangelio quedará sin recibir en esta vida y en la venidera. Esta enseñanza nos invita a reflexionar sobre lo que estamos dispuestos a ofrecer en nuestro caminar de fe. ¿Hasta qué punto confiamos en la providencia divina? La entrega no es un sacrificio estéril, sino una siembra que da frutos en el amor y la comunión con Dios y con los hermanos.

La comunidad como familia:

Jesús nos recuerda que, al seguirlo, encontramos una nueva familia en la comunidad de fe. Muchos, al comprometerse en movimientos apostólicos o en la vida parroquial, descubren hermanos y hermanas con quienes comparten alegrías, preocupaciones y un mismo anhelo de servir a Dios. En el mundo actual, donde la soledad afecta a tantos, la comunidad cristiana debe ser un refugio de acogida, donde todos encuentren un lugar y un propósito.

La paradoja del primer y el último:

Jesús concluye este pasaje con una afirmación desconcertante: «Muchos primeros serán últimos, y muchos últimos serán primeros». En una sociedad que valora el éxito material y el reconocimiento, Él nos invita a mirar con otros ojos. En la lógica del Reino de Dios, la grandeza no se mide por la acumulación de bienes o la posición social, sino por la capacidad de amar y servir. Quien se hace pequeño por amor, recibe la grandeza del cielo.

Aplicación a la vida diaria:

Este pasaje nos desafía a revisar nuestras prioridades. En el trabajo, en la comunidad o en la familia, ¿buscamos nuestra propia conveniencia o el bien común? El Evangelio nos llama a desprendernos del egoísmo y a confiar en que Dios provee lo necesario. No significa abandonar responsabilidades, sino vivir con desprendimiento, sin aferrarnos a lo pasajero. Es un recordatorio de que la verdadera riqueza está en el amor que damos y recibimos.

Un compromiso en la parroquia y los movimientos apostólicos:

Para quienes participan activamente en la vida parroquial, este mensaje es clave. Seguir a Jesús implica dedicación, tiempo y esfuerzo, pero nunca es en vano. Quien se entrega al servicio de los demás, recibe mucho más de lo que ofrece. En los movimientos apostólicos, el compromiso con los demás fortalece la fe y permite experimentar la alegría de la misión. Es en la entrega donde se descubre la plenitud de la vida cristiana.

Meditación Diaria: Seguir a Jesús no es un camino de pérdidas, sino de ganancias verdaderas. Su promesa nos recuerda que todo lo que ofrecemos por amor a Dios y al prójimo se multiplica en bendiciones. Cada gesto de generosidad, cada acto de servicio y cada renuncia por el bien del Reino nos acercan más a la plenitud. Si alguna vez nos sentimos desanimados en nuestra entrega, recordemos que Dios nunca se deja ganar en generosidad. Quien pone su vida en sus manos, recibe el ciento por uno en amor, alegría y esperanza. Hoy es un buen día para renovar nuestro compromiso con Él y confiar en que su gracia siempre nos sostiene.