El Poder de lo Pequeño: Reflexión sobre el Evangelio de Lucas 13,18-21

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El Poder de lo Pequeño: Reflexión sobre el Evangelio de Lucas 13,18-21

2024-10-29 Fe y crecimiento espiritual Transformación social 0

Lectura del santo evangelio según san Lucas (13,18-21):

En aquel tiempo, decía Jesús: «¿A qué se parece el reino de Dios? ¿A qué lo compararé? Se parece a un grano de mostaza que un hombre toma y siembra en su huerto; crece, se hace un arbusto y los pájaros anidan en sus ramas.»
Y añadió: «¿A qué compararé el reino de Dios? Se parece a la levadura que una mujer toma y mete en tres medidas de harina, hasta que todo fermenta.»

Palabra del Señor.

La Semilla del Reino de Dios:

El Evangelio según san Lucas (13,18-21) nos presenta dos parábolas breves pero profundas que hablan del Reino de Dios. La primera describe cómo una pequeña semilla de mostaza, al ser plantada, crece hasta convertirse en un gran árbol donde las aves pueden anidar. La segunda, menciona la levadura que una mujer mezcla con harina para hacer crecer la masa. Ambas ilustraciones resaltan cómo algo aparentemente pequeño puede transformarse en algo grande y poderoso, con un impacto duradero. En la vida diaria, estos ejemplos nos invitan a reflexionar sobre nuestras acciones y decisiones, que aunque puedan parecer insignificantes, tienen el potencial de generar grandes cambios.

El Valor de lo Pequeño:

A menudo, en la cotidianidad, subestimamos el valor de los gestos pequeños. Sin embargo, cada acción positiva que realizamos, por más sencilla que parezca, tiene la capacidad de germinar y crecer, impactando a quienes nos rodean. Una palabra amable, un consejo oportuno o una oración por alguien en necesidad son ejemplos de esas “semillas” que podemos sembrar en la vida de otros. En la parroquia y la comunidad, estos pequeños actos son fundamentales para construir un entorno donde el amor de Dios sea tangible. Debemos recordar que nuestro testimonio, aunque parezca pequeño, puede ser la chispa que encienda la fe en otras personas.

El Crecimiento Silencioso del Reino:

La parábola de la levadura nos enseña que el Reino de Dios no crece de manera ostentosa, sino a través de procesos silenciosos y transformadores. En el trabajo comunitario y apostólico, es frecuente desanimarse si los frutos no son visibles de inmediato. Sin embargo, la levadura nos recuerda que el cambio profundo a menudo sucede de manera discreta, en el corazón de cada persona. Es importante confiar en que nuestras acciones están fermentando el ambiente espiritual, aunque no siempre podamos ver el resultado. Dios trabaja en lo oculto y en lo ordinario, transformando poco a poco la masa de nuestra sociedad.

La Importancia del Compromiso Constante:

El proceso de crecimiento del Reino también demanda constancia. El agricultor no siembra una semilla para luego olvidarse de ella; cuida la tierra, riega la planta y espera pacientemente los frutos. De igual manera, nuestro compromiso con la comunidad y la vida parroquial debe ser constante, incluso cuando no veamos resultados inmediatos. La constancia en la oración, el servicio a los demás y la vida sacramental es fundamental para que la semilla de la fe dé fruto. No se trata de hacer cosas grandes, sino de ser fieles en lo pequeño, con la certeza de que Dios multiplicará nuestros esfuerzos.

El Llamado a Ser Levadura en el Mundo:

Finalmente, Jesús nos llama a ser “levadura” en la sociedad, es decir, a ser agentes de transformación. El trabajo en movimientos apostólicos nos brinda una oportunidad única para llevar el mensaje del Evangelio a diferentes ambientes. Esto no siempre significa predicar con palabras, sino, muchas veces, dar testimonio con nuestra vida. La levadura actúa en silencio, pero transforma toda la masa. Así debemos ser nosotros: personas que, a través de su conducta y valores, inspiren a otros a acercarse a Dios. En un mundo donde reina la prisa y el individualismo, ser levadura significa aportar esperanza y fe allí donde más se necesita.

Meditación Diaria:

Hoy, el Evangelio nos invita a descubrir la grandeza en lo pequeño. Al igual que la semilla de mostaza y la levadura, nuestras acciones pueden parecer insignificantes, pero contienen un potencial inmenso. Reflexionemos sobre nuestro papel en la construcción del Reino de Dios, tanto en la vida cotidiana como en la comunidad de fe. ¿Estamos sembrando la semilla del Evangelio en nuestro entorno? ¿Somos levadura que fermenta la sociedad con los valores del amor y la justicia? Que el Señor nos conceda la gracia de ser fieles en lo pequeño y perseverar en el servicio, confiando en que Él hará crecer aquello que hemos comenzado con humildad. Pidamos a Dios que, al sembrar la semilla de la fe y actuar como levadura en el mundo, podamos llevar su luz a cada rincón de nuestra vida y nuestra comunidad.