La importancia de la coherencia entre fe y vida diaria

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La importancia de la coherencia entre fe y vida diaria

2024-10-17 Conversión auténtica Fe y vida diaria Justicia y amor cristiano Testimonio Cristiano 0

Lectura del santo evangelio según san Lucas (11,47-54):

En aquel tiempo, dijo el Señor: «¡Ay de vosotros, que edificáis mausoleos a los profetas, después que vuestros padres los mataron! Así sois testigos de lo que hicieron vuestros padres, y lo aprobáis; porque ellos los mataron, y vosotros les edificáis sepulcros. Por algo dijo la sabiduría de Dios: «Les enviaré profetas y apóstoles; a algunos los perseguirán y matarán»; y así, a esta generación se le pedirá cuenta de la sangre de los profetas derramada desde la creación del mundo; desde la sangre de Abel hasta la de Zacarías, que pereció entre el altar y el santuario. Sí, os lo repito: se le pedirá cuenta a esta generación. ¡Ay de vosotros, maestros de la Ley, que os habéis quedado con la llave del saber; vosotros, que no habéis entrado y habéis cerrado el paso a los que intentaban entrar!»
Al salir de allí, los escribas y fariseos empezaron a acosarlo y a tirarle de la lengua con muchas preguntas capciosas, para cogerlo con sus propias palabras.

Palabra del Señor.

El peligro de las apariencias:

En la lectura del evangelio según san Lucas (11,47-54), Jesús denuncia la hipocresía de quienes construyen monumentos a los profetas, mientras sus antepasados fueron responsables de su persecución y muerte. Esta advertencia sigue siendo relevante hoy. A menudo, en nuestras comunidades, caemos en la trampa de las apariencias, construyendo imágenes de virtud o devoción que no siempre se reflejan en nuestras acciones cotidianas. Es fácil contribuir con donaciones o participar en actos públicos de fe, pero ¿dónde está nuestro corazón cuando se trata de la justicia, el amor y la compasión?

La verdadera conversión del corazón:

Jesús nos llama a una conversión profunda que va más allá de las apariencias. La construcción de tumbas y monumentos a los profetas no es un acto sincero si no se acompaña de un cambio en la forma en que tratamos a los demás, especialmente a los más vulnerables. Este llamado a la conversión es una invitación a examinar nuestras vidas, nuestras intenciones y nuestras acciones. No podemos decir que somos seguidores de Cristo si no estamos dispuestos a cambiar de actitud y renunciar a las actitudes egoístas que nos alejan de los demás.

La coherencia entre fe y vida diaria:

En el trabajo en la parroquia, en la comunidad y en los movimientos apostólicos, esta enseñanza se vuelve aún más importante. El servicio a los demás no debe ser una simple obligación o una forma de ganar reconocimiento, sino una expresión genuina de nuestra fe. La coherencia entre lo que creemos y lo que hacemos es esencial. Si afirmamos seguir a Jesús, nuestras acciones deben reflejar ese seguimiento. Ser testigos de Cristo en el mundo implica mostrar compasión, justicia y amor en todas nuestras interacciones, especialmente con aquellos que más lo necesitan.

El desafío de vivir con integridad:

Vivimos en una sociedad que muchas veces premia las apariencias por encima de la autenticidad. El evangelio de hoy nos desafía a vivir con integridad, a dejar de lado la tentación de impresionar a los demás con gestos externos y a centrarnos en lo que realmente importa: el amor a Dios y al prójimo. En nuestra vida cotidiana, esto significa hacer una pausa y preguntarnos si nuestras decisiones y acciones están alineadas con el evangelio. ¿Estamos ayudando a construir una comunidad basada en el amor y la justicia o simplemente buscamos cumplir con normas externas sin un compromiso real?

Un testimonio de fe en comunidad:

El llamado de Jesús en este evangelio es a ser auténticos en nuestra fe, a vivir lo que predicamos y a testimoniar el amor de Dios con nuestros actos. No se trata solo de participar en actividades religiosas, sino de hacer de nuestra vida un testimonio constante del evangelio. En el trabajo pastoral y comunitario, este testimonio se convierte en un faro que ilumina el camino de otros. Nuestras comunidades necesitan más que palabras; necesitan ejemplos de personas que viven de acuerdo con los valores del evangelio, que practican la misericordia, la humildad y el amor, no solo en grandes gestos, sino en los pequeños actos del día a día.