El equilibrio entre justicia y amor: Una reflexión desde el Evangelio de Lucas
Lectura del santo evangelio según san Lucas (11,42-46):
En aquel tiempo, dijo el Señor: «¡Ay de vosotros, fariseos, que pagáis el diezmo de la hierbabuena, de la ruda y de toda clase de legumbres, mientras pasáis por alto el derecho y el amor de Dios! Esto habría que practicar, sin descuidar aquello. ¡Ay de vosotros, fariseos, que os encantan los asientos de honor en las sinagogas y las reverencias por la calle! ¡Ay de vosotros, que sois como tumbas sin señal, que la gente pisa sin saberlo!»
Un maestro de la Ley intervino y le dijo: «Maestro, diciendo eso nos ofendes también a nosotros.»
Jesús replicó: «¡Ay de vosotros también, maestros de la Ley, que abrumáis a la gente con cargas insoportables, mientras vosotros no las tocáis ni con un dedo!»Palabra del Señor
El peso de las acciones, no solo de las apariencias:
El evangelio de hoy nos invita a reflexionar sobre la importancia de nuestras acciones y la sinceridad de nuestras intenciones. Jesús advierte a los fariseos por centrarse en los detalles externos de la Ley mientras descuidan el verdadero espíritu de justicia y amor hacia Dios. Este llamado nos empuja a evaluar nuestra vida diaria, no solo en términos de las reglas que seguimos o las apariencias que mostramos, sino en cómo nuestras acciones reflejan un auténtico compromiso con el bien común. En nuestro trabajo en la parroquia y en la comunidad, la pureza de las intenciones se refleja en cómo tratamos a los demás, con compasión y equidad, buscando siempre la verdad detrás de cada gesto.
La justicia y el amor deben ir de la mano:
Es fácil caer en el error de aplicar la ley con rigor, olvidando la compasión que debe acompañarla. El Evangelio de Lucas nos recuerda que la justicia sin amor se convierte en una carga que oprime. Como comunidad de fe, en nuestro trabajo con los movimientos apostólicos, debemos evitar cargar a los demás con exigencias excesivas que, en lugar de acercar a las personas a Dios, las alejan. El verdadero equilibrio se encuentra en aplicar la justicia con misericordia, sabiendo que cada ser humano es amado por Dios y merecedor de nuestra comprensión y paciencia. Esta reflexión puede aplicarse a las decisiones diarias, tanto en la vida personal como en la profesional, recordando que el amor debe ser la fuerza motora detrás de cada acción.
El peligro de poner la norma por encima del amor:
Cuando colocamos las normas por encima de las personas, corremos el riesgo de deshumanizar las relaciones. Jesús denuncia la hipocresía de quienes imponen cargas a otros sin mover un dedo para ayudarlos. Esto nos invita a revisar nuestras actitudes, particularmente en los roles de liderazgo dentro de la comunidad y en la parroquia. ¿Estamos ayudando a liberar a los demás de sus cargas, o estamos añadiendo peso con expectativas desmedidas? Este examen personal es esencial para quienes trabajamos al servicio de los demás. En la comunidad, debemos ser facilitadores de la gracia, promoviendo la ayuda mutua y el crecimiento espiritual de todos.
La coherencia entre lo que decimos y lo que hacemos:
Jesús critica a los fariseos por su incoherencia entre lo que predican y lo que practican. Este es un mensaje fuerte para todos nosotros, pues nos recuerda que nuestra vida debe ser coherente con nuestras creencias. En los movimientos apostólicos y en la parroquia, no podemos decir una cosa y hacer otra. El testimonio personal es la herramienta más poderosa que tenemos para evangelizar. Es importante que nuestras acciones hablen más fuerte que nuestras palabras, y que nuestras vidas reflejen la bondad y la justicia que predicamos. Este desafío no es fácil, pero es el camino hacia una vida cristiana auténtica.
El servicio como eje central de la fe:
Finalmente, el Evangelio nos invita a ver nuestra vida cristiana como un servicio. Este servicio debe estar libre de hipocresía y centrarse en el bienestar del prójimo. En nuestros apostolados, en la parroquia y en la comunidad, debemos preguntarnos: ¿Estamos sirviendo verdaderamente a los demás, o estamos más preocupados por cumplir con una apariencia? El servicio genuino implica sacrificio, humildad y amor. Recordemos que el servicio no se trata solo de hacer cosas para los demás, sino de hacerlo con el corazón abierto, dispuesto a acompañar y caminar junto a quienes más lo necesitan.