Pedid, Buscad y Llamad: La Promesa de la Oración según Mateo 7,7-11

Ayudemos a Manuel Mano Galarza

Pedid, Buscad y Llamad: La Promesa de la Oración según Mateo 7,7-11

2024-10-05 Fe y Perseverancia 0

Lectura del santo evangelio según san Mateo (7,7-11):

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: «Pedid y se os dará, buscad y encontraréis, llamad y se os abrirá; porque quien pide recibe, quien busca encuentra y al que llama se le abre. Si a alguno de vosotros le pide su hijo pan, ¿le va a dar una piedra?; y si le pide pescado, ¿le dará una serpiente? Pues si vosotros, que sois malos, sabéis dar cosas buenas a vuestros hijos, ¡cuánto más vuestro Padre del cielo dará cosas buenas a los que le piden!»

Palabra del Señor.

La Puerta de la Esperanza:

El Evangelio de Mateo 7,7-11 nos invita a reflexionar sobre la naturaleza de la oración y la confianza en Dios. “Pedid y se os dará, buscad y hallaréis, llamad y se os abrirá” es una promesa de generosidad y misericordia. En la vida diaria, podemos caer en la trampa del escepticismo, pensando que nuestras oraciones no serán escuchadas. Sin embargo, este pasaje nos recuerda que Dios siempre tiene los oídos abiertos a nuestras súplicas. No se trata solo de pedir por bienes materiales o soluciones inmediatas, sino de buscar una relación profunda y sincera con Él. La puerta de la esperanza siempre está ahí para quienes llaman con fe y perseverancia.

La Perseverancia en la Oración:

El llamado a pedir, buscar y llamar no se refiere a una acción puntual, sino a un hábito constante. En el trabajo en la parroquia y en los movimientos apostólicos, la perseverancia es fundamental. Muchas veces, las dificultades diarias nos hacen cuestionar si nuestros esfuerzos son en vano. Pero el Evangelio nos asegura que Dios responde a las peticiones de quienes no se rinden. Si estamos en comunión con Él, nuestras oraciones transforman nuestros corazones y nos capacitan para ser instrumentos de su amor en el mundo. Perseverar en la oración es cultivar un corazón dispuesto a aceptar la voluntad divina, incluso cuando no coincide con nuestros deseos inmediatos.

Un Dios que Escucha:

En este pasaje, se resalta la imagen de un Dios atento y cercano, que conoce nuestras necesidades antes de que las expresemos. En la comunidad parroquial, es vital recordar esta verdad cuando acompañamos a otros en su camino espiritual. A menudo, la gente se siente sola y desamparada, pero nuestra misión es recordarles que Dios escucha cada oración, incluso las que se hacen en silencio y con lágrimas. Acompañar a alguien en la oración, mostrándole que Dios no es indiferente a su sufrimiento, es un acto de caridad que ilumina los corazones y fortalece la fe.

La Bondad del Padre:

“¿Qué padre de entre vosotros, si su hijo le pide pan, le dará una piedra?” (Mt 7,9). Con estas palabras, Jesús nos invita a considerar la bondad de Dios como un Padre que da lo mejor a sus hijos. En el ámbito del servicio parroquial y los movimientos apostólicos, esta imagen nos motiva a actuar con la misma generosidad y comprensión. Si nosotros, con nuestras limitaciones, sabemos dar cosas buenas a los demás, ¿cuánto más no lo hará Dios? Nuestra vida debe reflejar esta confianza en la providencia divina, especialmente cuando enfrentamos desafíos. La bondad de Dios no tiene límites, y nuestra tarea es transmitir esa misma bondad a quienes nos rodean.

La Oración como Encuentro:

El Evangelio también nos muestra que la oración no es solo una lista de peticiones, sino un diálogo íntimo con Dios. En el trabajo apostólico, la oración debe ser un pilar que guíe nuestras decisiones y acciones. Pedir no significa exigir, sino disponerse a recibir lo que Dios, en su infinita sabiduría, tiene preparado para nosotros. Al buscar, debemos hacerlo con un corazón sincero y abierto, deseando encontrar la verdad. Y al llamar, debemos confiar en que Dios siempre abre puertas cuando es para nuestro bien. La oración es, en última instancia, un encuentro transformador que nos prepara para ser mejores servidores en el camino del Evangelio.