Avanzar con amor: Reflexión sobre el rechazo y la misión

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Avanzar con amor: Reflexión sobre el rechazo y la misión

2024-10-01 Paciencia y misericordia Testimonio Cristiano 0

Lectura del santo evangelio según san Lucas (9,51-56):

Cuando se iba cumpliendo el tiempo de ser llevado al cielo, Jesús tomó la decisión de ir a Jerusalén. Y envió mensajeros por delante. De camino, entraron en una aldea de Samaria para prepararle alojamiento. Pero no lo recibieron, porque se dirigía a Jerusalén.
Al ver esto, Santiago y Juan, discípulos suyos, le preguntaron: «Señor, ¿quieres que mandemos bajar fuego del cielo que acabe con ellos?»
Él se volvió y les regañó. Y se marcharon a otra aldea.

Palabra del Señor.

El camino hacia Jerusalén:

El Evangelio de Lucas nos presenta un momento decisivo en la vida de Jesús: el inicio de su camino hacia Jerusalén. Esta ruta no solo representa un desplazamiento físico, sino también una disposición interior, un compromiso total con la misión que se le ha encomendado. Jesús sabía lo que le esperaba al final de este camino: incomprensión, rechazo y, finalmente, la cruz. Sin embargo, la decisión de emprender este viaje es un ejemplo de valentía y entrega total al plan de Dios. En nuestra vida diaria, muchas veces enfrentamos situaciones que no entendemos o que nos generan temor. Pero, al igual que Jesús, debemos recordar que el camino hacia el cumplimiento de nuestra misión puede no ser fácil, pero es necesario para crecer y madurar espiritualmente.

El rechazo de los samaritanos:

Cuando Jesús y sus discípulos se acercan a un pueblo de samaritanos, el texto nos dice que no fueron recibidos porque su destino era Jerusalén. Este rechazo podría haber generado un sentimiento de resentimiento en cualquiera, pero la reacción de Jesús nos enseña a no dejarnos llevar por la hostilidad de los demás. A veces, en nuestras parroquias, comunidades o lugares de trabajo, podemos sentirnos excluidos o no valorados. Sin embargo, Jesús nos muestra que debemos mirar más allá de las reacciones inmediatas de las personas y mantener nuestra serenidad, recordando que cada situación adversa es una oportunidad para demostrar con hechos nuestro compromiso con el Evangelio.

La reacción de Santiago y Juan:

La actitud de Santiago y Juan, al pedir a Jesús que enviara fuego del cielo para destruir a los que los rechazaban, es un reflejo de nuestras propias reacciones humanas. Ante el rechazo o la crítica, muchas veces nuestra primera reacción es buscar revancha o imponer nuestra visión. Pero Jesús los reprende y les hace ver que su misión no es la de condenar, sino la de salvar. En nuestra vida diaria, especialmente en el trabajo parroquial y en los movimientos apostólicos, debemos preguntarnos si nuestras reacciones buscan construir o destruir. Este pasaje nos invita a reflexionar sobre cómo respondemos cuando no somos bien recibidos, y nos llama a cultivar una actitud de paciencia y misericordia.

La misión de anunciar la paz:

Jesús nos recuerda que la verdadera fuerza del cristiano no está en la capacidad de imponer su voluntad, sino en su disposición a ser un testigo de paz y reconciliación. Al no permitir que sus discípulos respondieran con violencia, Jesús nos muestra que el camino hacia el Reino de Dios pasa por el amor y la comprensión, no por la fuerza. En nuestros apostolados y acciones cotidianas, debemos asegurarnos de que nuestro testimonio sea siempre un reflejo del amor de Dios, un amor que no guarda rencor ni busca venganza. Esto implica saber renunciar a nuestras propias expectativas y confiar en que Dios actuará en su tiempo y a su manera.

La invitación a seguir adelante:

Jesús, ante el rechazo, no se detiene ni se deja vencer. Simplemente, decide seguir adelante hacia otro pueblo. Este gesto es profundamente significativo: nos enseña a no quedarnos estancados en el resentimiento o la tristeza cuando las cosas no salen como planeamos. En la vida parroquial o en los movimientos apostólicos, a veces encontramos obstáculos que parecen insuperables, pero la clave está en saber mirar hacia adelante, confiando en que cada dificultad es una oportunidad para crecer y fortalecer nuestra fe. Jesús no se deja desanimar por la negativa de los samaritanos; al contrario, sigue su misión con determinación y esperanza.