La Riqueza y el Reino de Dios: Lecciones de Mateo 19,23-30

Ayudemos a Manuel Mano Galarza

La Riqueza y el Reino de Dios: Lecciones de Mateo 19,23-30

2024-08-20 Desapego Material Humildad Providencia divina 0

Lectura del santo evangelio según san Mateo (19,23-30):

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: «Os aseguro que difícilmente entrará un rico en el reino de los cielos. Lo repito: Más fácil le es a un camello pasar por el ojo de una aguja que a un rico entrar en el reino de Dios.»
Al oírlo, los discípulos dijeron espantados: «Entonces, ¿quién puede salvarse?»
Jesús se les quedó mirando y les dijo: «Para los hombres es imposible; pero Dios lo puede todo.»
Entonces le dijo Pedro: «Pues nosotros lo hemos dejado todo y te hemos seguido; ¿qué nos va a tocar?»
Jesús les dijo: «Os aseguro: cuando llegue la renovación, y el Hijo del hombre se siente en el trono de su gloria, también vosotros, los que me habéis seguido, os sentaréis en doce tronos para regir a las doce tribus de Israel. El que por mí deja casa, hermanos o hermanas, padre o madre, mujer, hijos o tierras, recibirá cien veces más, y heredará la vida eterna. Muchos primeros serán últimos y muchos últimos serán primeros.»

Palabra del Señor.

 

La riqueza y el reino de los cielos:

La lectura de Mateo 19,23-30 nos presenta una enseñanza profunda sobre la relación entre la riqueza y la entrada al Reino de los Cielos. Jesús les dice a sus discípulos que es más fácil para un camello pasar por el ojo de una aguja que para un rico entrar en el Reino de Dios. Esta metáfora impactante no se refiere solo a la riqueza material, sino también a cualquier cosa que nos ate y nos impida seguir a Cristo con un corazón libre y generoso. En nuestra vida diaria, esto nos invita a reflexionar sobre nuestras prioridades y a discernir si estamos colocando nuestras posesiones y deseos por encima de nuestro compromiso con Dios y el prójimo.

El desapego como camino de libertad:

El mensaje de desapego no implica que debamos rechazar los bienes materiales en sí mismos, sino más bien que debemos ser libres de ellos. Vivir con un espíritu de desprendimiento nos permite experimentar una verdadera libertad interior. En nuestras actividades parroquiales y en los movimientos apostólicos, este principio puede aplicarse fomentando una cultura de compartir y solidaridad. Al desprendernos de lo superfluo, podemos ayudar a quienes más lo necesitan, demostrando así el amor de Cristo en acción concreta.

La promesa de la recompensa divina:

Jesús asegura a sus seguidores que aquellos que han dejado todo por Él recibirán mucho más en esta vida y en la venidera. Esta promesa nos llena de esperanza y motivación para perseverar en nuestra misión. En nuestras comunidades, debemos recordar que cada sacrificio realizado por amor a Dios y al prójimo no quedará sin recompensa. Esta certeza nos impulsa a seguir adelante, confiando en que el Señor es fiel y generoso con quienes se entregan plenamente a su servicio.

El llamado a la humildad y al servicio:

El Evangelio también nos recuerda que los primeros serán los últimos y los últimos serán los primeros. Este principio nos invita a vivir con humildad, reconociendo que nuestro valor no está en nuestras riquezas o logros, sino en nuestra disposición a servir. En nuestras parroquias y grupos apostólicos, debemos fomentar un ambiente donde todos se sientan valorados y donde el servicio a los demás sea una prioridad. De este modo, construimos comunidades más justas y fraternales, reflejando el rostro de Cristo.

La confianza en la providencia divina:

Finalmente, el pasaje nos invita a confiar plenamente en la providencia de Dios. Si bien es importante ser responsables con nuestros recursos, debemos recordar que Dios es quien provee todo lo que necesitamos. Esta confianza nos libera del miedo y la ansiedad, permitiéndonos vivir con paz y alegría. En nuestro trabajo diario y en nuestras labores apostólicas, esta fe en la providencia nos ayuda a mantener una actitud positiva y esperanzadora, incluso en medio de las dificultades.