El Grano de Trigo: Un Camino de Entrega y Servicio

Ayudemos a Manuel Mano Galarza

El Grano de Trigo: Un Camino de Entrega y Servicio

2024-08-10 Servicio cristiano 0

Lectura del santo evangelio según san Juan (12,24-26):

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: «Os aseguro que si el grano de trigo no cae en tierra y muere, queda infecundo; pero si muere, da mucho fruto. El que se ama a sí mismo se pierde, y el que se aborrece a sí mismo en este mundo se guardará para la vida eterna. El que quiera servirme, que me siga, y donde esté yo, allí también estará mi servidor; a quien me sirva, el Padre lo premiará.»

Palabra del Señor.

 

El Misterio del Grano de Trigo:

En el Evangelio de hoy, Jesús nos ofrece una imagen poderosa y profunda al compararse con un grano de trigo. “Si el grano de trigo no cae en tierra y muere, queda solo; pero si muere, da mucho fruto.” Esta parábola es un llamado a la entrega total, al sacrificio que da vida. En la vida cotidiana, esta enseñanza nos invita a mirar más allá de las comodidades y seguridades a las que nos aferramos. Solo cuando somos capaces de desprendernos de aquello que creemos indispensable, podemos experimentar un crecimiento verdadero, tanto espiritual como humano. Este acto de entrega es el que nos permite florecer en nuestro trabajo en la parroquia y en los movimientos apostólicos, sirviendo con mayor dedicación y amor.

La Entrega Generosa en la Vida Diaria:

Aplicar esta enseñanza en la vida diaria significa estar dispuesto a dar más de nosotros mismos en todo lo que hacemos. Sea en el hogar, en el trabajo, o en la comunidad, cada pequeño sacrificio es una semilla que, al ser sembrada con amor y humildad, dará fruto en abundancia. Es en las decisiones cotidianas, en el esfuerzo extra por ayudar a un compañero, en la paciencia que mostramos a quienes nos rodean, donde se manifiesta este morir al egoísmo para dar vida al amor de Dios en nosotros. Este es el camino que nos lleva a una existencia plena, donde cada acto de generosidad se convierte en una ofrenda a Dios.

Servir a los Demás con Amor:

Jesús nos dice que quien quiera servirle, debe seguirlo. Y, seguirlo implica, muchas veces, tomar decisiones difíciles, elegir el camino estrecho, y priorizar el bienestar de los demás sobre el nuestro. En los movimientos apostólicos, esta es la base de nuestro compromiso: servir con amor, sin esperar nada a cambio. El verdadero servicio no busca reconocimiento ni recompensa terrenal; es un acto de amor que refleja la presencia de Cristo en nuestro corazón. Así, el servicio en la parroquia y en nuestras comunidades se convierte en un testimonio vivo del Evangelio, donde cada gesto de ayuda es una manifestación del Reino de Dios.

La Fructificación en la Vida de Fe:

El grano de trigo que muere para dar fruto es una metáfora de nuestra vida de fe. Cuando aceptamos perder lo que es pasajero para ganar lo eterno, estamos participando en el misterio pascual de Cristo. En nuestra vida personal y comunitaria, esto se traduce en una constante disposición a renunciar a nuestros deseos egoístas, para abrazar la voluntad de Dios. Al hacerlo, permitimos que nuestra vida se transforme en una fuente de bendición para los demás. Así como el grano de trigo, nuestra fe florece y da frutos cuando estamos dispuestos a morir a nosotros mismos, para que Cristo viva en nosotros y a través de nosotros.

Llamados a Dar la Vida:

Jesús nos recuerda que “quien ama su vida, la perderá; pero el que aborrece su vida en este mundo, la conservará para la vida eterna”. Este es un llamado radical al desapego, a poner nuestra confianza no en las cosas de este mundo, sino en la promesa de la vida eterna. En nuestras comunidades parroquiales y apostólicas, este llamado se convierte en una invitación a ser testigos del amor de Cristo, ofreciendo nuestra vida en servicio y sacrificio por los demás. Es en esta entrega donde encontramos el verdadero sentido de nuestra existencia, y donde somos capaces de experimentar la alegría y la paz que solo Dios puede dar.