El Trigo y la Cizaña: Viviendo con Paciencia y Esperanza

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El Trigo y la Cizaña: Viviendo con Paciencia y Esperanza

2024-07-30 Parábola del trigo y la cizaña 0

Lectura del santo evangelio según san Mateo (13,36-43):

En aquel tiempo, Jesús dejó a la gente y se fue a casa. Los discípulos se acercaron a decirle: «Acláranos la parábola de la cizaña en el campo.»
Él les contestó: «El que siembra la buena semilla es el Hijo del Hombre; el campo es el mundo; la buena semilla son los ciudadanos del Reino; la cizaña son los partidarios del Maligno; el enemigo que la siembra es el diablo; la cosecha es el fin del tiempo, y los segadores los ángeles. Lo mismo que se arranca la cizaña y se quema: así será el fin del tiempo: el Hijo del Hombre enviará a sus ángeles y arrancarán de su Reino a todos los corruptores y malvados y los arrojarán al horno encendido; allí será el llanto y el rechinar de dientes. Entonces los justos brillarán como el sol en el Reino de su Padre. El que tenga oídos, que oiga.»

Palabra del Señor.

 

La explicación de la parábola del trigo y la cizaña:

En la lectura del Evangelio según San Mateo, Jesús nos presenta la parábola del trigo y la cizaña, una enseñanza que nos invita a reflexionar sobre la coexistencia del bien y el mal en el mundo. Al desglosar esta parábola, vemos la paciencia y la misericordia de Dios, quien permite que ambos crezcan juntos hasta la cosecha final. Esta actitud nos enseña a no juzgar precipitadamente y a confiar en el juicio divino, que es perfecto y justo.

El desafío de vivir en un mundo con cizaña:

En nuestro día a día, tanto en nuestras vidas personales como en nuestras actividades comunitarias, enfrentamos situaciones que nos desafían y nos exponen a actitudes negativas. Al igual que el trigo y la cizaña, encontramos bondad y maldad a nuestro alrededor. Sin embargo, se nos llama a ser luz y sal en medio de las tinieblas, contribuyendo con nuestro ejemplo y acciones positivas para transformar nuestro entorno. No se trata de separar a las personas, sino de cultivar el bien con amor y compasión.

La importancia del discernimiento:

El discernimiento es una virtud esencial para reconocer la diferencia entre lo que nos acerca a Dios y lo que nos aleja de su amor. Esta lectura nos recuerda que no somos jueces del destino de los demás, pero sí responsables de nuestro propio crecimiento espiritual. En nuestro trabajo dentro de la comunidad parroquial y en los movimientos apostólicos, debemos esforzarnos por discernir las influencias que recibimos y cómo estas afectan nuestra misión de ser testigos del Evangelio.

La paciencia y la esperanza en la obra de Dios:

Dios, como el sembrador, espera pacientemente la maduración de la cosecha. Esto nos enseña a ser pacientes con nosotros mismos y con los demás, reconociendo que todos estamos en un proceso de crecimiento. En nuestras labores diarias, ya sea en el hogar, en el trabajo o en la parroquia, esta paciencia nos ayuda a ver más allá de las dificultades y a mantener viva la esperanza en la acción transformadora de Dios.

La misión de ser trigo en el mundo:

Nuestra vocación es ser como el trigo, llevando fruto abundante y siendo testigos de la bondad de Dios. Esto se refleja en nuestro compromiso con los demás, en nuestras palabras y en nuestras acciones. La parábola nos llama a ser agentes de cambio, no con imposición, sino con amor y servicio, demostrando que el bien siempre prevalece. Este testimonio es vital en todos los aspectos de nuestra vida, especialmente en nuestras comunidades de fe, donde trabajamos juntos para edificar el Reino de Dios.