Lecciones de Fe y Humildad del Centurión en el Evangelio de San Mateo

Ayudemos a Manuel Mano Galarza

Lecciones de Fe y Humildad del Centurión en el Evangelio de San Mateo

2024-06-29 Fe y Confianza 0

Lectura del santo evangelio según san Mateo (8,5-17):

En aquel tiempo, al entrar Jesús en Cafarnaún, un centurión se le acercó rogándole: «Señor, tengo en casa un criado que está en cama paralítico y sufre mucho.»
Jesús le contestó: «Voy yo a curarlo.»
Pero el centurión le replicó: «Señor, no soy quién soy yo para que entres bajo mi techo. Basta que lo digas de palabra, y mi criado quedará sano. Porque yo también vivo bajo disciplina y tengo soldados a mis órdenes; y le digo a uno: «Ve», y va; al otro: «Ven», y viene; a mi criado: «Haz esto», y lo hace.»
Al oírlo, Jesús quedó admirado y dijo a los que le seguían: «Os aseguro que en Israel no he encontrado en nadie tanta fe. Os digo que vendrán muchos de oriente y occidente y se sentarán con Abrahán, Isaac y Jacob en el reino de los cielos; en cambio, a los ciudadanos del reino los echarán fuera, a las tinieblas. Allí será el llanto y el rechinar de dientes.»
Y al centurión le dijo: «Vuelve a casa, que se cumpla lo que has creído.» Y en aquel momento se puso bueno el criado.
Al llegar Jesús a casa de Pedro, encontró a la suegra en cama con fiebre; la cogió de la mano, y se le pasó la fiebre; se levantó y se puso a servirles. Al anochecer, le llevaron muchos endemoniados; él, con su palabra, expulsó los espíritus y curó a todos los enfermos. Así se cumplió lo que dijo el profeta Isaías: «Él tomó nuestras dolencias y cargó con nuestras enfermedades.»

Palabra del Señor.

La Fe del Centurión:

En el evangelio de San Mateo (8,5-17), encontramos una poderosa lección sobre la fe a través del encuentro de Jesús con un centurión. Este centurión, un hombre de autoridad y poder, reconoce su propia insuficiencia y acude a Jesús, rogándole por la sanación de su siervo. Su fe es destacable, no necesita ver a Jesús obrar el milagro, sino que confía plenamente en su palabra. En nuestra vida diaria, muchas veces nos enfrentamos a situaciones que parecen imposibles de resolver. El ejemplo del centurión nos enseña que, si depositamos nuestra confianza en Dios y en su poder, podemos superar cualquier adversidad.

La Humildad en el Servicio:

El centurión, a pesar de su posición, se presenta con humildad ante Jesús. Este acto nos recuerda la importancia de la humildad en nuestro servicio a los demás. En nuestras comunidades y en el trabajo en la parroquia, debemos recordar que la verdadera grandeza se encuentra en servir con humildad, sin buscar reconocimiento. Al igual que el centurión, debemos reconocer nuestras limitaciones y buscar la ayuda divina en nuestro servicio diario, trabajando con amor y dedicación por el bienestar de los demás.

La Compasión de Jesús:

Jesús no solo escucha la petición del centurión, sino que actúa con compasión y cura al siervo. Este acto de compasión nos invita a ser más sensibles a las necesidades de los que nos rodean. En los movimientos apostólicos y en nuestra vida diaria, estamos llamados a ser instrumentos de la compasión divina, extendiendo una mano amiga a aquellos que sufren, brindando apoyo emocional y espiritual. Cada acto de compasión es una manifestación del amor de Dios en el mundo.

La Sanación Interior:

Además de la sanación física, el evangelio nos habla de una sanación interior. Jesús cura no solo al siervo del centurión, sino también a muchos otros que se le acercan. Esta sanación simboliza la restauración del alma y del espíritu. En nuestro trabajo pastoral, debemos enfocarnos no solo en las necesidades físicas de las personas, sino también en sus necesidades espirituales. Promover espacios de escucha, oración y reflexión puede ser fundamental para que las personas encuentren paz y sanación interior.

La Invitación a la Confianza Plena:

Finalmente, este evangelio es una invitación a confiar plenamente en Dios. La fe del centurión y su certeza en el poder de Jesús nos inspiran a vivir con una confianza inquebrantable. En nuestras actividades diarias y en el trabajo pastoral, es fundamental recordar que Dios siempre está con nosotros, guiándonos y fortaleciendo nuestra fe. Esta confianza nos permite afrontar desafíos con una perspectiva de esperanza y optimismo, sabiendo que no estamos solos.