Lecciones de Fe y Esperanza en el Nacimiento de Juan Bautista

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Lecciones de Fe y Esperanza en el Nacimiento de Juan Bautista

2024-06-24 Fe y Esperanza Obediencia Divina Providencia de Dios 0

Lectura del santo evangelio según san Lucas (1,57-66.80):

A Isabel se le cumplió el tiempo del parto y dio a luz un hijo. Se enteraron sus vecinos y parientes de que el Señor le había hecho una gran misericordia, y la felicitaban. A los ocho días fueron a circuncidar al niño, y lo llamaban Zacarías, como a su padre.
La madre intervino diciendo: «¡No! Se va a llamar Juan.»
Le replicaron: «Ninguno de tus parientes se llama así.»
Entonces preguntaban por señas al padre cómo quería que se llamase. Él pidió una tablilla y escribió: «Juan es su nombre.» Todos se quedaron extrañados. Inmediatamente se le soltó la boca y la lengua, y empezó a hablar bendiciendo a Dios.
Los vecinos quedaron sobrecogidos, y corrió la noticia por toda la montaña de Judea. Y todos los que lo oían reflexionaban diciendo: «¿Qué va a ser este niño?» Porque la mano del Señor estaba con él. El niño iba creciendo, y su carácter se afianzaba; vivió en el desierto hasta que se presentó a Israel.

Palabra del Señor.

La Esperanza Cumplida:

La lectura del evangelio de hoy nos narra el nacimiento de Juan Bautista, un acontecimiento que rebosa de esperanza y fe. Isabel, avanzada en edad y considerada estéril, da a luz a un hijo, cumpliendo así una promesa divina. En nuestra vida diaria, este milagro nos recuerda que, aunque enfrentemos desafíos y aparentes imposibilidades, la fe y la esperanza nos pueden guiar a la realización de lo que parece inalcanzable. En el trabajo parroquial y los movimientos apostólicos, esta historia nos inspira a seguir confiando en los tiempos y planes de Dios, sabiendo que Él actúa de maneras sorprendentes y perfectas.

La Obediencia en la Familia:

Zacarías e Isabel demuestran una profunda obediencia al nombrar a su hijo Juan, siguiendo la indicación del ángel Gabriel. Esta obediencia, a pesar de la tradición familiar que esperaba otro nombre, es un testimonio poderoso de la importancia de escuchar y seguir la voluntad de Dios. En nuestras familias, a menudo nos enfrentamos a decisiones difíciles y expectativas sociales, pero esta lectura nos anima a priorizar la voluntad divina por encima de las presiones externas. En la parroquia y los movimientos apostólicos, es crucial fomentar un ambiente donde la voz de Dios sea escuchada y obedecida con fidelidad.

La Alegría Compartida:

El nacimiento de Juan Bautista trae alegría no solo a sus padres, sino a toda la comunidad. Vecinos y parientes se regocijan por la gran misericordia mostrada por el Señor. Este pasaje subraya la importancia de compartir nuestras alegrías y bendiciones con los demás. En nuestra vida diaria, cuando experimentamos momentos de gozo, es vital compartirlos y así multiplicar la felicidad. En el trabajo parroquial y los movimientos apostólicos, celebrar juntos los logros y las bendiciones fortalece la comunidad y nos une más en nuestra misión común.

El Misterio de la Providencia:

La reacción de la gente al nacimiento y nombramiento de Juan revela un profundo sentido de asombro y reverencia hacia la providencia divina. Todos se preguntan: “¿Qué llegará a ser este niño?”. Este sentimiento de maravilla ante los misterios de la vida es fundamental en nuestra fe. Reconocer que no comprendemos completamente los planes de Dios nos invita a una actitud de humildad y confianza. En el ámbito parroquial y los movimientos apostólicos, mantener viva esta conciencia nos ayuda a aceptar los misterios de nuestra fe con una actitud de apertura y gratitud.

El Crecimiento Espiritual:

El evangelio concluye con una mención especial al crecimiento de Juan, destacando su fortaleza espiritual en el desierto. Este crecimiento es un llamado a nuestra propia formación espiritual. Así como Juan se fortaleció en preparación para su misión, nosotros también estamos llamados a nutrir nuestra fe y espíritu a través de la oración, el estudio y la reflexión. En la vida parroquial y los movimientos apostólicos, promover actividades que fortalezcan el crecimiento espiritual de cada miembro es esencial para cumplir nuestra misión con integridad y dedicación.