Sembradores del Reino: Lecciones del Evangelio de Marcos 4, 26-34

Ayudemos a Manuel Mano Galarza

Sembradores del Reino: Lecciones del Evangelio de Marcos 4, 26-34

2024-06-16 Parábola del Sembrador 0

Lectura del santo evangelio según san Marcos (4,26-34):

En aquel tiempo, Jesús dijo a la multitud: «El Reino de Dios se parece a lo que sucede cuando un hombre siembra la semilla en la tierra: que pasan las noches y los días, y sin que él sepa cómo, la semilla germina y crece; y la tierra, por sí sola, va produciendo el fruto: primero los tallos, luego las espigas y después los granos en las espigas. Y cuando ya están maduros los granos, el hombre echa mano de la hoz, pues ha llegado el tiempo de la cosecha.»
Les dijo también: «¿Con qué compararemos el Reino de Dios? ¿Con qué parábola lo podremos representar? Es como una semilla de mostaza que, cuando se siembra, es la más pequeña de las semillas; pero una vez sembrada, crece y se convierte en el mayor de los arbustos y echa ramas tan grandes, que los pájaros pueden anidar a su sombra.»

Y con otras muchas parábolas semejantes les estuvo exponiendo su mensaje, de acuerdo con lo que ellos podían entender. Y no les hablaba sino en parábolas; pero a sus discípulos les explicaba todo en privado.

Palabra del Señor.

La Semilla del Reino:

En la lectura del Evangelio según san Marcos (4,26-34), se nos presenta la parábola del crecimiento de la semilla. Jesús nos habla del Reino de Dios como una semilla sembrada en la tierra, que crece y da fruto sin que el sembrador sepa cómo. Este mensaje nos invita a reflexionar sobre la naturaleza del Reino y nuestra participación en su crecimiento en nuestra vida diaria.

La Siembra en Nuestra Vida Diaria:

Cada uno de nosotros está llamado a sembrar semillas de amor, esperanza y fe en nuestro entorno. En nuestras acciones cotidianas, en el trabajo, en la familia y en nuestra comunidad, tenemos la oportunidad de ser sembradores del Reino. A veces, los frutos de nuestras acciones no son inmediatamente visibles, pero debemos confiar en que Dios está trabajando en el corazón de las personas y en las circunstancias de nuestras vidas.

La Paciencia en el Trabajo Pastoral:

En el trabajo parroquial y en los movimientos apostólicos, es fundamental tener paciencia y perseverancia. Al igual que el sembrador, no siempre veremos resultados inmediatos. Sin embargo, la parábola nos recuerda que el crecimiento es un proceso misterioso y divino. Nuestra tarea es sembrar con diligencia y dejar el crecimiento en manos de Dios. Esto nos libera de la ansiedad y nos permite trabajar con alegría y confianza.

El Poder de lo Pequeño:

La parábola también destaca la importancia de las pequeñas acciones. El Reino de Dios es comparado con una semilla de mostaza, la más pequeña de todas las semillas, pero que crece y se convierte en la mayor de las hortalizas. En nuestra vida y ministerio, las pequeñas acciones de bondad y servicio pueden tener un impacto profundo y duradero. No debemos subestimar el poder de lo pequeño en la construcción del Reino.

La Comunidad como Campo de Semillas:

Nuestras parroquias y comunidades son campos fértiles donde las semillas del Reino pueden crecer y florecer. Es esencial que cultivemos un ambiente de amor, apoyo y colaboración. Cada miembro de la comunidad tiene un papel único y valioso en este proceso. Al trabajar juntos, podemos crear un espacio donde la fe pueda crecer y dar fruto abundantemente.

Conclusión:

La parábola del crecimiento de la semilla nos invita a confiar en el poder transformador de Dios en nuestras vidas y en nuestras comunidades. Nos anima a ser sembradores diligentes, pacientes y confiados en el misterio del crecimiento divino. Al seguir sembrando semillas de amor, fe y esperanza, contribuimos al florecimiento del Reino de Dios aquí y ahora.


«Señor, te damos gracias en este día especial por el mensaje del Evangelio. La parábola del Sembrador nos llena de alegría y Paz, especialmente al celebrar hoy el Día del Padre. Ellos son los sembradores incansables del Amor de Dios en nuestras vidas. Tenemos padres de todas las edades que, con su amor y dedicación, siembran la Palabra de Dios en nuestros corazones de innumerables maneras. Gracias por bendecirnos con su ejemplo y su amor incondicional.»

GTM