La Parábola de los Viñadores: Reflexión para la Vida Diaria según san Marcos 12,1-12

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La Parábola de los Viñadores: Reflexión para la Vida Diaria según san Marcos 12,1-12

2024-06-03 Parábola de los viñadores malvados 0

Lectura del santo evangelio según san Marcos (12,1-12):

En aquel tiempo, Jesús se puso a hablar en parábolas a los sumos sacerdotes, a los escribas y a los ancianos: «Un hombre plantó una viña, la rodeó con una cerca, cavó un lagar, construyó la casa del guarda, la arrendó a unos labradores y se marchó de viaje. A su tiempo, envió un criado a los labradores, para percibir su tanto del fruto de la viña. Ellos lo agarraron, lo apalearon y lo despidieron con las manos vacías. Les envió otro criado; a éste lo insultaron y lo descalabraron. Envió a otro y lo mataron; y a otros muchos los apalearon o los mataron. Le quedaba uno, su hijo querido. Y lo envió el último, pensando que a su hijo lo respetarían. Pero los labradores se dijeron: «Éste es el heredero. Venga, lo matamos, y será nuestra la herencia.» Y, agarrándolo, lo mataron y lo arrojaron fuera de la viña. ¿Que hará el dueño de la viña? Acabará con los ladrones y arrendará la viña a otros. ¿No habéis leído aquel texto: «La piedra que desecharon los arquitectos es ahora la piedra angular. Es el Señor quien lo ha hecho, ha sido un milagro patente»?»
Intentaron echarle mano, porque veían que la parábola iba por ellos; pero temieron a la gente, y, dejándolo allí, se marcharon.

Palabra del Señor.

La Parábola de los Viñadores:

En el Evangelio de San Marcos (12,1-12), Jesús nos cuenta una parábola sobre un hombre que planta una viña, la cerca, cava un lagar y construye una torre. Luego, la arrenda a unos labradores y se va lejos. Cuando llega el momento de recoger los frutos, envía a sus siervos, pero los labradores los golpean y matan. Finalmente, envía a su propio hijo, creyendo que lo respetarán, pero también lo matan. Esta historia ilustra la paciencia y el amor de Dios, así como la dureza de corazón de aquellos que rechazan su mensaje. En nuestra vida diaria, podemos reflexionar sobre cómo respondemos a la generosidad y la paciencia de Dios.

Aplicación a la Vida Diaria:

Cada día se nos ofrece una nueva oportunidad para cultivar la viña de nuestra vida. Dios nos ha dotado con habilidades, recursos y tiempo. La parábola nos invita a reflexionar sobre cómo utilizamos estos dones. ¿Estamos produciendo frutos que glorifican a Dios? ¿O estamos siendo negligentes, como los labradores injustos? Esta reflexión nos impulsa a evaluar nuestras acciones y decisiones diarias, buscando siempre alinearlas con los valores del Reino de Dios. Es un llamado a vivir con integridad y propósito, honrando los dones que hemos recibido.

Compromiso en la Parroquia:

La vida parroquial es una extensión de nuestra viña personal. Cada miembro de la comunidad tiene un papel crucial en el cultivo de un ambiente de fe y amor. Al trabajar en la parroquia, ya sea en la liturgia, en el servicio a los demás o en la enseñanza, estamos llamados a ser viñadores fieles. La parábola nos recuerda la importancia de colaborar con generosidad y humildad, reconociendo que todo lo que hacemos es para la gloria de Dios. Nuestro compromiso y dedicación son esenciales para construir una comunidad parroquial vibrante y acogedora.

Participación en los Movimientos Apostólicos:

Los movimientos apostólicos son una oportunidad maravillosa para vivir nuestra fe de manera activa y comprometida. La parábola de los viñadores nos desafía a ser líderes serviciales y compasivos. En estos movimientos, podemos encontrar la fuerza para inspirar a otros y para llevar el mensaje de Cristo más allá de las paredes de la iglesia. Ser parte de un movimiento apostólico implica un compromiso profundo con la misión de la Iglesia y un deseo ferviente de llevar el Evangelio a todos los rincones del mundo.

Reflexión Final:

La parábola de los viñadores es una poderosa llamada a la reflexión y a la acción. Nos invita a examinar nuestras vidas, nuestras comunidades y nuestros compromisos con una mirada crítica pero amorosa. Al responder a esta llamada, podemos transformar nuestras vidas y las vidas de aquellos que nos rodean, haciendo tangible el Reino de Dios aquí y ahora. Que cada uno de nosotros pueda ser un viñador fiel, dispuesto a producir frutos abundantes y a vivir según la voluntad de nuestro Padre celestial.