El Amor como Testimonio: La Fuerza de la Comunidad Cristiana según San Juan (17,20-26)

Ayudemos a Manuel Mano Galarza

El Amor como Testimonio: La Fuerza de la Comunidad Cristiana según San Juan (17,20-26)

2024-05-16 Sin categoría 0

Lectura del santo evangelio según san Juan (17,20-26):

En aquel tiempo, Jesús, levantando los ojos al cielo, oró, diciendo: «Padre santo, no sólo por ellos ruego, sino también por los que crean en mí por la palabra de ellos, para que todos sean uno, como tú, Padre, en mí, y yo en ti, que ellos también lo sean en nosotros, para que el mundo crea que tú me has enviado. También les di a ellos la gloria que me diste, para que sean uno, como nosotros somos uno; yo en ellos, y tú en mí, para que sean completamente uno, de modo que el mundo sepa que tú me has enviado y los has amado como me has amado a mí. Padre, éste es mi deseo: que los que me confiaste estén conmigo donde yo estoy y contemplen mi gloria, la que me diste, porque me amabas, antes de la fundación del mundo. Padre justo, si el mundo no te ha conocido, yo te he conocido, y éstos han conocido que tú me enviaste. Les he dado a conocer y les daré a conocer tu nombre, para que el amor que me tenías esté con ellos, como también yo estoy con ellos.»

Palabra del Señor.

La Unidad en Cristo:

En el evangelio de hoy, Jesús ora por la unidad de todos los creyentes, una unidad que trasciende diferencias y construye puentes de amor y comprensión. Esta oración nos recuerda la importancia de trabajar juntos, de ser un solo cuerpo en Cristo. La unidad no significa uniformidad, sino una diversidad enriquecida por el amor y la fe compartidos. En nuestras parroquias y movimientos apostólicos, debemos esforzarnos por cultivar esta unidad, valorando cada contribución y viendo a Cristo en cada persona.

La Misión de Ser Luz:

Jesús nos llama a ser luz en el mundo, a reflejar su amor y su verdad en todas nuestras acciones. Ser luz implica ser testigos activos de su mensaje, viviendo de manera coherente con el evangelio en cada aspecto de nuestra vida diaria. Esto requiere valentía y compromiso, pero también nos llena de gozo y propósito. En nuestros trabajos, en nuestras comunidades y en nuestros hogares, somos llamados a brillar con la luz de Cristo, iluminando las sombras y llevando esperanza a quienes nos rodean.

El Amor como Testimonio:

El amor que compartimos es el testimonio más poderoso de la presencia de Cristo en nuestras vidas. Jesús oró para que el amor con el que el Padre lo amó esté en nosotros, y para que este amor sea visible al mundo. En nuestras relaciones diarias, debemos esforzarnos por vivir este amor, mostrando paciencia, compasión y perdón. En nuestras parroquias, el amor debe ser la fuerza que nos une y nos impulsa a servir a los demás. En los movimientos apostólicos, este amor debe ser el motor que nos lleva a evangelizar y a ser testigos vivos de Cristo.

La Gloria de Dios en Nosotros:

Jesús habla de la gloria que el Padre le ha dado y que Él nos ha dado a nosotros. Esta gloria es la presencia de Dios en nuestras vidas, una presencia que nos transforma y nos llama a ser santos. En la vida diaria, reconocer esta gloria nos ayuda a vivir con gratitud y reverencia, viendo cada momento como una oportunidad para honrar a Dios. En el trabajo parroquial, la gloria de Dios se manifiesta en nuestro servicio y dedicación, mientras que en los movimientos apostólicos, esta gloria nos impulsa a llevar el mensaje de salvación a todos los rincones del mundo.

La Oración como Fuente de Fuerza:

En el evangelio, vemos a Jesús en oración, intercediendo por nosotros. Esta imagen nos recuerda la importancia de la oración en nuestra vida. La oración nos conecta con Dios, nos da fuerza y dirección, y nos permite participar en la misión de Cristo. En la vida diaria, la oración debe ser nuestro refugio y fortaleza, una práctica constante que nos sostiene. En el trabajo parroquial, la oración comunitaria nos une y nos fortalece, mientras que en los movimientos apostólicos, la oración nos da el impulso necesario para llevar a cabo nuestra misión evangelizadora.