El Buen Pastor: Un Modelo para Nuestros Tiempos

Lectura del santo evangelio según san Juan (10,1-10):

En aquel tiempo, dijo Jesús:
«En verdad, en verdad os digo: el que no entra por la puerta en el aprisco de las ovejas, sino que salta por otra parte, ese es ladrón y bandido; pero el que entra por la puerta es pastor de las ovejas. A este le abre el guarda y las ovejas atienden a su voz, y él va llamando por el nombre a sus ovejas y las saca fuera. Cuando ha sacado todas las suyas camina delante de ellas, y las ovejas lo siguen, porque conocen su voz: a un extraño no lo seguirán, sino que huirán de él, porque no conocen la voz de los extraños».
Jesús les puso esta comparación, pero ellos no entendieron de qué les hablaba. Por eso añadió Jesús:
«En verdad, en verdad os digo: yo soy la puerta de las ovejas. Todos los que han venido antes de mí son ladrones y bandidos; pero las ovejas no los escucharon.
Yo soy la puerta: quien entre por mí se salvará y podrá entrar y salir, y encontrará pastos.
El ladrón no entra sino para robar y matar y hacer estragos; yo he venido para que tengan vida y la tengan abundante».

Palabra del Señor.

Introducción al texto:

En el pasaje que nos ocupa hoy, encontramos una poderosa metáfora sobre la figura del buen pastor, un tema central que nos permite reflexionar sobre el liderazgo y la guía auténtica. Este mensaje es crucial no solo en el contexto de nuestras reuniones y servicios, sino en cada aspecto de nuestra interacción con el mundo.

La importancia del liderazgo auténtico:

El buen pastor, según este pasaje, es aquel que entra por la puerta del redil de las ovejas. Esto simboliza la autenticidad y la legitimidad. En nuestras comunidades, es fundamental ser un líder que actúa con transparencia y honestidad, y que busca siempre el bienestar de los demás antes que el propio. Este tipo de liderazgo genuino resuena en todos los ámbitos de nuestra vida, desde la gestión diaria de nuestras tareas hasta la dirección que proporcionamos en los movimientos apostólicos.

Aplicación en la vida diaria:

El texto también nos habla de los que no entran por la puerta, sino que saltan por otro lado; estos son los "ladrones y salteadores". En nuestro día a día, esto nos recuerda estar alerta y discernir entre aquellos que tienen buenas intenciones y aquellos que no las tienen. Nuestra habilidad para discernir correctamente afecta no solo nuestra integridad personal, sino también la integridad de aquellos a quienes servimos y guiamos.

El papel del guía en los movimientos apostólicos:

En el contexto de los movimientos apostólicos, donde la guía espiritual es fundamental, el papel del pastor toma una dimensión aún más crítica. Aquí, la guía no solo implica dirigir, sino también proteger, educar y nutrir. El buen pastor conoce a cada una de sus ovejas y se asegura de que ninguna se pierda o se desvíe. De manera similar, debemos esforzarnos por conocer profundamente a aquellos a quienes guiamos, entendiendo sus necesidades y ayudándolos a crecer en su fe y vida personal.

Conclusión:

En última instancia, el mensaje del buen pastor es un llamado a vivir con propósito y con una dedicación genuina hacia los demás. Este pasaje nos desafía a revisar nuestras acciones y a asegurarnos de que estamos siendo líderes que entran "por la puerta", guiando con el ejemplo y con la verdad. Al hacerlo, no solo enriquecemos nuestras vidas, sino que también contribuimos positivamente a la comunidad y al mundo en general.