Al Encuentro de la Esperanza: Reflexiones desde Mateo 28,8-15

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Al Encuentro de la Esperanza: Reflexiones desde Mateo 28,8-15

2024-04-01 Fe y Esperanza 0

Lectura del santo evangelio según san Mateo (28,8-15):

En aquel tiempo, las mujeres se marcharon a toda prisa del sepulcro; llenas de miedo y de alegría corrieron a anunciarlo a los discípulos.
De pronto, Jesús salió al encuentro y les dijo:
«Alegraos».
Ellas se acercaron, le abrazaron los pies y se postraron ante él.
Jesús les dijo:
«No temáis: id a comunicar a mis hermanos que vayan a Galilea; allí me verán».
Mientras las mujeres iban de camino, algunos de la guardia fueron a la ciudad y comunicaron a los sumos sacerdotes todo lo ocurrido. Ellos, reunidos con los ancianos, llegaron a un acuerdo y dieron a los soldados una fuerte suma, encargándoles:
«Decid que sus discípulos fueron de noche y robaron el cuerpo mientras vosotros dormíais. Y si esto llega a oídos del gobernados, nosotros nos lo ganaremos y os sacaremos de apuros».
Ellos tomaron el dinero y obraron conforme a las instrucciones. Y esta historia se ha ido difundiendo entre los judíos hasta hoy.

Palabra del Señor.

La Luz de la Mañana:

En la frescura de la mañana, cuando el sol apenas comienza a disipar las sombras de la noche, se nos presenta una narrativa que no solo desafía nuestra comprensión del mundo sino que invita a una transformación profunda del corazón. La resurrección, ese momento culminante de nuestra fe, no es solo un evento histórico sino una invitación perpetua a vivir con la certeza de que la luz siempre sigue a la oscuridad.

Testigos de la Esperanza:

Las mujeres, primeras testigos de este amanecer de esperanza, nos enseñan sobre el valor de estar presentes incluso cuando el miedo y la incertidumbre parecen prevalecer. Su pronta respuesta al llamado de ir y anunciar la Resurrección nos recuerda nuestra propia vocación a ser mensajeros de la buena nueva en nuestro entorno, ya sea en la parroquia, en el trabajo o dentro de los movimientos apostólicos.

La Verdad Frente a la Duda:

La duda y el escepticismo no son fenómenos modernos; ya en los tiempos del evangelio, se tejieron historias para desacreditar el milagro de la resurrección. Sin embargo, la verdad tiene una fuerza que no puede ser contenida. En nuestra vida diaria, enfrentamos desafíos similares donde la verdad de nuestra fe es cuestionada. La invitación es a permanecer firmes, sabiendo que nuestra experiencia del amor y la misericordia divina es una evidencia irrefutable de la presencia de lo sagrado en el mundo.

Comunidad en Misión:

El evangelio no solo nos llama a ser testigos sino también a ser parte de una comunidad en misión. La tarea de anunciar la Resurrección no recae en individuos aislados sino en una comunidad unida por la fe y el amor. En el trabajo parroquial y los movimientos apostólicos, somos invitados a colaborar, cada uno con sus dones únicos, en la construcción del Reino de Dios aquí y ahora.

La Esperanza en Acción:

Finalmente, este pasaje nos invita a vivir la esperanza no como una idea abstracta sino como una acción concreta. En cada gesto de amor, cada palabra de consuelo, y cada acto de justicia, estamos anunciando la Resurrección. La esperanza se convierte entonces en el motor que nos impulsa a transformar nuestra realidad, a ser luz en medio de la oscuridad, y a llevar el consuelo y la alegría del Evangelio a todos los rincones de nuestra vida.

En conclusión, el relato de Mateo nos ofrece una visión profunda de lo que significa ser testigos de la Resurrección en el mundo de hoy. Nos llama a ser portadores de esperanza, constructores de comunidad y heraldos de la verdad, recordándonos que, incluso en los momentos más oscuros, la luz del amor divino prevalecerá.